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Sevilla

“En un fuego sabes a qué te enfrentas. Aquí no se ve al enemigo”

Manuel Blanco, bombero de Diputación, explica cómo ha sido la desinfección de las residencias de la provincia para llegar hasta hoy, que se retoman las visitas

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Vengo con ese defecto de fábrica, que me gusta ayudar a los más vulnerables”. Manuel Blanco es sargento jefe de zona del cuerpo de Bomberos adscrito a la Diputación de Sevilla. En 2018,  vivió en primera persona el coste de ayudar a los más desprotegidos, cuando fue acusado en Lesbos de un presunto delito de tráfico de personas por ayudar en el rescate de cientos de miles de refugiados que se jugaban la vida, y aún hoy se la juegan, por llegar a las costas europeas. Fue absuelto junto con otros dos compañeros.

"Sabía que a mi pueblo tenían que venir. Tenemos muy pocos recursos y no podíamos hacer frente a este servicio", explica el alcalde de Villanueva del Río y Minas, celador en excedencia de la residencia de ancianos de Cantillana

En los últimos dos meses desde que se decretó el estado de alarma por la pandemia del coronavirus, los más vulnerables han sido los ancianos de las residencias. Mayores a los que desde este lunes que ha arrancado la segunda fase de la desescalada ya pueden volver a visitar sus familiares (visitas concertadas previamente, eso sí). El reencuentro se producirá después de que la Diputación de Sevilla haya desplegado en 30 municipios de la provincia de menos de 20.000 habitantes a todo un ejército de bomberos para desinfectar las residencias. Han sido 38 en total, un centro de religiosas mayores en Sanlúcar La Mayor, el monasterio Virgen de Loreto de Espartinas, tres residencias de gravemente afectados y un centro de personas sordociegas en Salteras. Más de un centenar de actuaciones en las que la Diputación ha invertido 194.292 euros en concepto de equipos de protección para los bomberos y en material con el que desinfectar.

Manuel asegura que el centenar de bomberos de la Diputación tiene la “sensación de que hemos ayudado a salvar vidas. Pero esto en realidad ha sido un trabajo de toda la sociedad. Todos hemos puesto encima de la mesa lo que mejor sabemos hacer. Hemos trabajado para poner a salvo esos reductos que son las residencias y hemos ayudado a que se produzcan esos reencuentros”.

Las tareas de desinfección se mantendrán hasta que se levante el estado de alarma, aclaran fuentes oficiales de la Diputación, y la retirada será de manera paulatina, como está recuperándose la normalidad. “Nosotros somos un termómetro de cómo funciona la sociedad. Ahora ha habido un repunte de accidentes”, reconoce Manuel, que sabe que en pocos días también se sumará a esa normalidad los incendios por las altas temperaturas y la llegada del verano, incendios en los que “en la mayoría de los casos, está desgraciadamente la mano del hombre, ya sea por negligencia o con intención”.

Para este veterano curtido en incendios y actuaciones de todo tipo, trabajar para intentar aplacar la curva de contagios ha sido un reto porque “la gente ve el humo, las llamas, el efecto devastador del fuego… pero al virus sólo lo vemos cuando muere alguien. En el fuego sabes a qué te enfrentas, aquí no se ve al enemigo”. Manuel recuerda que los primeros días de la operación de desinfección de las residencias, los ancianos y los profesionales los recibían con cierta “inquietud”. “Al principio, con el virus pegando fuerte, tenían miedo y preocupación de que les metiéramos la enfermedad. Pero les explicábamos que íbamos protegidos precisamente para evitar también ser transmisores. La segunda vez que íbamos a la residencia a desinfectar ya estaban más serenos e incluso nos pedían hacernos fotos para mandárselas a las familias, que se quedaban así más tranquilas”, relata.  

El trabajo ha sido bonito. No podíamos dejar que el virus se cebara con los más vulnerables, que son además los que construyeron lo que hemos heredado nosotros”, apostilla Manuel.

Uno de los municipios en los que han actuado los bomberos de la Diputación ha sido Villanueva del Río y Minas, con 4.858 habitantes según el censo de 2019. “Sabía que a mi pueblo tenían que venir. Tenemos muy pocos recursos y no podíamos hacer frente a este servicio”, reconoce el alcalde Miguel Ángel Barrios (PSOE). En este municipio de la comarca de la Vega del Guadalquivir se han contabilizado cinco contagios y ninguna muerte, según los datos facilitados por el alcalde, que señala que al tratarse de un pueblo “muy disperso, eso habría podido frenar el contagio”.

Barrios, también diputado en este mandato en el organismo provincial, agradece a la Diputación la labor realizada y remacha que es la “única administración que ha estado escuchando a los alcaldes”. La última de las desinfecciones en la residencia del pueblo (con 46 residentes y 25 trabajadores), se hizo la semana pasada y fue la quinta. “Esto da una tranquilidad enorme a los ancianos, a los familiares y a los trabajadores de las residencias”, apunta Miguel Ángel Barrios que está en excedencia de su trabajo: celador de una residencia de mayores en Cantillana, donde su mujer es auxiliar. “A mí este tema me toca de cerca. Sé de lo que hablamos”, afirma. El alcalde lamenta, eso sí, que el municipio se quedara sin ambulatorio para urgencias a las 24 horas del estado de alarma. “Espero que 24 horas después de que acabe el estado de alarma recuperemos el ambulatorio. Mis mayores lo necesitan”, sentencia.

Las cifras del plan de desinfección de la Diputación

La Diputación de Sevilla ha distribuido 9.870 mascarillas a los bomberos, 30 generadores de ozono, 1.575 equipos de buzo desechables, 155.000 guantes de nitrilo, 563 gafas de protección, 40 mochilas pulverizadoras, 134.440 litros de hipoclorito sódico estabilizado.

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