Unas 65.000 personas asistieron hoy a un concierto contra el racismo en Chemnitz, la ciudad del este de Alemania donde la muerte de una persona presuntamente acuchillada por dos inmigrantes desató la semana pasada ataques xenófobos a viandantes y manifestaciones ultraderechistas.
La ciudad ofreció estas cifras de participación al término del concierto, que discurrió en un ambiente festivo y reivindicativo y sin incidentes reseñables, según la policía.
Bajo el lema "Somos más" se reunieron para actuar de forma gratuita conocidos nombres de distintos estilos musicales, como los raperos Trettmann y Casper und Marteria, grupos de pop como Kraftklub y las bandas de punk-rock Die Toten Hosen y Feine Sahne Fischfilet.
El concierto empezó sobre las 17.00 hora local (15.00 GMT) con un minuto de silencio en memoria de la persona acuchillada el 26 de agosto y terminó pasadas las 21.30 hora local (19.30 GMT).
"Vivimos distinto y pensamos distinto. Y eso está bien. Pero en algo estamos todos de acuerdo. No hay sitio para las cacerías de odio y para el racismo. Somos antifascistas y no vamos a dejarles ni esta ciudad ni ninguna otra de Alemania a los racistas y a los nazis. Somos más", dijo para abrir el acto una portavoz de la organización desde el escenario.
El concierto, al que han animado a ir distintos representantes políticos, empezando por el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, se celebró en el centro de la ciudad, cerca de donde el pasado sábado se celebró la marcha ultraderechista a la que se sumaron unas 6.000 personas.
La actuación no ha estado exenta de polémica porque el grupo Feine Sahne Fischfilet fue vigilado por los servicios secretos durante un tiempo debido a unas letras en las que abogaba por atacar a la policía.
En la madrugada del 26 de agosto un alemán de 35 años y origen cubano fue acuchillado durante las fiestas de Chemnitz. Poco después fueron arrestadas dos personas en relación a este asesinato, dos peticionarios de asilo de Siria e Irak, que permanecen en prisión preventiva.
Ese mismo día una marcha de unos 800 ultraderechistas por el centro de la ciudad protagonizó persecuciones contra viandantes de aspecto extranjero, en las que varias personas resultaron heridas, que el Gobierno alemán condenó y tachó de "cacerías de odio".