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Los romeros de Cádiz emprenden su mágica peregrinación por Doñana

Llueva o haga calor la peregrinación al Rocío es una experiencia especialmente mágica para los cerca de 10.000 peregrinos de las hermandades de Cádiz

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Llueva, como el año pasado, o haga calor, como este, la peregrinación al Rocío es una experiencia especialmente mágica para los cerca de 10.000 peregrinos de las hermandades de Cádiz que hoy inician su privilegiado camino a través del Espacio Natural de Doñana.

El buen tiempo ha recibido hoy a las primeras hermandades de Cádiz que desde las nueve de la mañana cruzan en barcazas el río Guadalquivir con sus simpecados, sus caballos y sus todoterrenos.

Un trasiego por el Bajo Guía de Sanlúcar de Barrameda que hoy cumplen las hermandades gaditanas de La Línea de la Concepción, Chiclana de la Frontera, San Fernando, Arcos de la Frontera, Chipiona, Rota y, por la tarde, las de Puerto Real y Cádiz.

Mañana lo harán las más numerosas, la de Jerez de la Frontera y la de Sanlúcar de Barrameda.

En total este año, en el que con el buen tiempo se preven un aumento de las cifras, cerca de 10.000 romeros realizarán este camino, junto a un millar de caballos, además de los todoterrenos y remolques de las hermandades.

Las previsiones apuntan a que este año aumenten un cinco por ciento las cifras que se dieron en el 2015, después de dos años en los que, sobre todo por el mal tiempo, hubo un descenso de peregrinos.

Tras el cruce del Guadalquivir las hermandades peregrinan hacia la aldea de El Rocío atravesando una "joya" de la naturaleza, Doñana, como la ha definido hoy el delegado de la Junta en Cádiz, Fernando López Gil.

Pasan tres días y dos noches dentro del Parque Nacional de Doñana, Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad, para recorrer los 49 kilómetros que separan Sanlúcar de Barrameda de la aldea de El Rocío (Huelva), un privilegio que pocos, a parte de estos peregrinos, pueden disfrutar.

"Es una maravilla que Dios nos ha dado", ha explicado a EFE Manuel García Paredes, hermano mayor de la hermandad de Cádiz, que ha realizado más de treinta veces este camino y este año vuelve a hacerlo "con la misma emoción de siempre" y, sobre todo, con la misma devoción.

La arena del camino, cuenta, es una de las mayores dificultades de este paso, pero también uno de los elementos más especiales porque a veces el paisaje de dunas les hace sentirse "prácticamente en el desierto".

Las hermandades son conscientes de que deben ser muy cuidadosos con el espacio, y cada una de ellas lleva un tractor para recoger las basuras para que el camino no se vea afectado por esta masiva peregrinación.

"Los desperdicios de la comida se los damos a los animales, vemos muchos jabalíes y ciervos que se acercan a comer", comenta.

El año pasado soportaron casi tres días de lluvia y este parece que tendrán que afrontar altas temperaturas, pero nada impide esta tradición porque "todo lo recompensa ver a la virgen cara a cara", "hay que verla contra viento y marea".

El delegado del Gobierno andaluz en la provincia gaditana ha hecho un llamamiento para que los rocieros, entre los que viajan niños, ancianos o enfermos que cumplen alguna promesa, cuiden de su hidratación y de su descanso ante el calor que se espera, y también del de los animales.

Y también para que cuiden este emblemático recorrido.

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