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Merkel, equilibrista en año electoral

Hasta los comicios del 24 de septiembre, en el ring no sólo tendrá enfrente al resto de candidatos alemanes, sino también a líderes extranjeros

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  • MERKEL -

La canciller alemana, Angela Merkel, afronta el año electoral con el complicado reto de combinar su tradicional templanza como líder de la principal potencia europea y marcar al mismo tiempo su terreno como aspirante a un cuarto mandato.

Hasta los comicios del 24 de septiembre, en el ring no sólo tendrá enfrente al resto de candidatos alemanes, sino también a líderes extranjeros dispuestos a cambiar las reglas del juego con las que hasta ahora se ha manejado la canciller, desde el estadounidense Donald Trump, el ruso Vladímir Putin o el turco Recep Tayyip Erdogan.

El escenario esta semana de ese difícil equilibrio fue Ankara, donde Merkel se reunió con el presidente turco en su primer encuentro bilateral desde el fallido golpe de estado de julio pasado.

Su viaje estuvo precedido de las críticas de diputados alemanes a Erdogan por la situación de derechos humanos en su país y por las acusaciones de Turquía de falta de colaboración germana en la lucha antiterrorista.

La canciller, promotora del acuerdo migratorio con Turquía y con más de tres millones de ciudadanos turcos residiendo en Alemania, superó una tensa rueda de prensa retransmitida en directo en medios de ambos países en la que pidió a Erdogan respetar la libertad de expresión y de prensa y defendió la independencia judicial en su país.

Con tres legislaturas a sus espaldas como canciller, es consciente de que varios de sus socios europeos esperan a oír sus palabras antes de pronunciarse ante cuestiones como la crisis de los refugiados o el "brexit" y de que otros, como el francés François Hollande, ya no tienen nada que perder a semanas de dejar el cargo.

Después de que Trump aprobara su controvertido decreto sobre inmigración y refugiados, el sábado pasado el estadounidense habló por teléfono, por separado, con el francés y la alemana.

En un comunicado tras esa conversación, Hollande recordaba que la defensa de la democracia implicaba respetar, entre otros principios, la acogida de refugiados, mientras que en el comunicado emitido por la Cancillería se subrayaba la importancia de las relaciones transatlánticas.

Fue sólo al día siguiente cuando, a través de su portavoz, Merkel criticó el veto de Trump y advirtió de que la guerra decidida contra el terrorismo no justifica colocar "bajo sospecha generalizada a las personas en función de una determinada procedencia o religión".

En casa, su principal contrincante es el socialdemócrata Martin Schulz, expresidente del Parlamento Europeo, quien no ha dudado en tachar a Trump de "altamente peligroso para la democracia", acusarle de "jugar con la seguridad de Occidente" y en advertir a la canciller de que "no debe callarse ante hechos que no debemos aceptar".

Schulz tiene las manos libres. Cuando todas las quinielas le situaban como nuevo ministro de Exteriores en el gobierno de gran coalición alemán tras dejar Estrasburgo, el líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, decidió asumir esa cartera y ceder a su compañero el puesto de cabeza de lista y de presidente de la formación.

El reto del SPD es tejerle una agenda propia a este político, sin ningún cargo institucional en el país, algo que también puede entenderse como una ventaja, pues Schulz no se siente constreñido por la lealtad que exige la gran coalición a sus socios.

El denominado "efecto Schulz" se dejó ver ya esta semana en una de las primeras encuestas difundidas tras ser propuesto por la dirección de su partido: el 50 % de los alemanes votaría al candidato socialdemócrata si en las elecciones generales se pudiese elegir directamente al canciller, frente a un 34 % que apoyaría a Merkel.

De acuerdo con el sondeo, con el 34 % de los votos, las filas de Merkel -la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la bávara Unión Socialcristiana (CSU), que concurren juntas- seguirían no obstante siendo el bloque con más apoyos si se celebraran los comicios este fin de semana.

Son, sin embargo, tres puntos porcentuales menos que hace un mes, mientras que los socialdemócratas ganan ocho puntos, hasta lograr el el 28 %.

Tras ellos se sitúa la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), capaz de entrar por vez primera en el Bundestag (cámara baja) con un 12 % de los votos, apoyada en la crisis de los refugiados y en el discurso euroescéptico triunfante en buena parte del continente.

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