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El Puerto

Oreja de peso para Crespo en su plaza

Daniel Crespo, ovación con saludos y una oreja, Pablo Aguado, Ovación con saludos y vuelta y Alfonso Cadaval, ovación con saludos y silencio

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  • CRESPO -

Segunda de la temporada de verano 2016. Un cuarto de plaza. Se han lidiado seis novillos de Peñajara, de correcta presentación y con las complicaciones propias de una ganadería encastada; los más potables para los toreros fueron el tercero y el quinto. Daniel Crespo (Verde y oro): ovación con saludos y oreja; Pablo Aguado (Marino y oro): ovación con saludos y vuelta al ruedo; Alfonso Cadaval (Cielo y oro): ovación con saludos y silencio. Los tres novilleros se presentaban en El Puerto. Se guardó un minuto de silencio en memoria de D. Fermín Bohórquez. Aguado y Cadaval brindaron sus primeros novillos a Fermín Bohórquez (hijo), Crespo lo hizo en su segundo. Juan Carlos García y Manuel Izquierdo se desmonteraron tras banderillear al tercero.
Por fin se ha presentado con picadores en su plaza Daniel Crespo y ha demostrado que es un torero muy a tener en cuenta pues los aficionados y profesionales que hoy han presenciado su labor han salido de la plaza deseando verle de nuevo. Su primer novillo no rebosaba las embestidas en las verónicas de recibo. Lo llevó a caballo por chicuelinas al paso. Le recetó un buen quite por tafalleras en el mismo centro del ruedo. Comenzó la faena por bajo demostrando al torete que el que mandaba en la plaza era el torero ya que el burel no era nada fácil y seguramente se habría puesto muy complicado si no se le hubiese podido desde el principio. Prosiguió con la muleta sacando buenas series por ambos pitones con la mano muy baja. Antes de coger la tizona lo toreo al natural con pases de uno en uno rematados torerísimamente. Tras una estocada atravesada que no hizo el efecto deseado tuvo que utilizar el verduguillo.
En su segundo novillo fue donde se apreció la calidad que posee la joven promesa portuense. El astado sacó complicaciones desde el principio ya que en los lances de recibo se revolvía en las manos no permitiendo al torero estar a gusto con el capote, no obstante se lució en un quite por verónicas rematadas con media. Daniel demostró en este novillo que no es un torero de “polvaera” ni “rodillazos”, sino que su concepto del toreo es poderles a los toros. Consiguió a base de toques precisos y buena colocación amoldar las bruscas embestidas de su oponente. Se mostró siempre muy seguro de lo que hacía, dándole mucho tiempo entre tanda y tanda, logrando una faena intensa y de riñones encajados, estando muy por encima de las condiciones del animal. Fue una faena para aficionados y profesionales que supieron valorar la labor del torero, tanto es así, que no sonó la música durante ella. Lástima que en el momento del embroque en la suerte de matar, el burel perdiera las manos lo que hizo que el estoque no se introdujera en su totalidad, causa de que el animal tardara en doblar, si no seguramente hubiese cortado las dos orejas.
Pablo Aguado se topó en primer lugar con un novillo brusco al que tuvo que ir a buscar con el capote a los medios. Comenzó de rodillas la faena de muleta y se mostró muy firme ante un burel que no le dejaba ligar los muletazos. Lo mató de una estocada.
Su segundo novillo ha sido el mejor del encierro. Lo recibió a portagayola y le instrumentó otra larga cambiada en el tercio. El novillo se emplazó y fue a buscarlo a los medios rematando la serie de verónicas con media de rodillas. Con la franela demostró que es un torero de la Escuela Sevillana, ya que su toreo es de arte y filigrana, además de entrar y salir con mucha torería de la cara del novillo. Llegó a los tendidos con muletazos limpios de buen trazo, destacando unos naturales arrastrando la muleta por el albero. Todo se diluyó con la espada, ya que necesitó de dos pinchazos y estocada para acabar con el novillo.
El primer novillo de Alfonso Cadaval tenía buen son en sus embestidas. El torero se mostró bullicioso en los lances de recibo. El animal tenía mucha clase y el novillero tardó en cogerle el aire por el pitón derecho. Con la izquierda sí consiguió sacarle más partido. No obstante la faena no logró coger el vuelo necesario y fue algo amontonada. Tras media estocada y media docena de descabellos logró despenar al burel.
El sexto de la tarde, el de más trapío del encierro, fue un novillo que pedía el carnet al novillero. Cadaval anduvo aseado en su labor consiguiendo, que no es poco, salir indemne ante las bruscas embestidas del Peñajara. Tras dos medias estocadas tuvo que utilizar el verduguillo. 
 

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