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Viernes 05/07/2024  

Arcos

“Lo dejé todo por la fotografía”

Las fotografías de Fulgencio Estébanez, de hace más de un cuarto de siglo, están colgadas ahora en el Instituto “Alminares”, en la semana cultural de ese centro educativo

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  • Fulgencio Estébanez. -

Ya en los años ochenta, cuando Fulgencio era un jovencito, le dediqué uno de los poemas de mi libro “Y era la lluvia, amor”. Me parecía entonces, y me lo parece ahora, que los fotógrafos son dioses que atrapan la luz del tiempo que nos huye. Fulgencio Estébañez nos dice en esta entrevista que no fotografía para parar el tiempo, sino para obtener un documento gráfico del mundo, de la realidad, preferiblemente en blanco y negro.
Pero a mi no hay quien me quite de la cabeza que un fotógrafo es un poeta que escribe con luz. Fulgencio Estébanez es un hombre alejado de los focos, no participa en concursos porque no tiene interés competitivo, y se confiesa individualista, algo que no hay que confundir con despreocupación. Le interesa todo. Sus fotografías, de hacer más de un cuarto de siglo, están colgadas ahora en el Instituto “Alminares”, en la semana cultural de ese centro educativo, y hay que decir que esas fotos, mención aparte de su calidad artística, son ya un documento de un fin de siglo que ya se nos fue, compendio de rostros a los que el tiempo ha convertido en cenizas, en memoria.

Quedamos en la Delegación de Cultura, y otra vez gracias a la gentileza de la gente de allí acabamos en el mismo despacho del Delegado. Hablamos de esta exposición y ya de paso repasamos el último montón de años.

¿Cómo es que expones ahora, y en el Instituto “Alminares”?
—Quiero empezar agradeciendo a María Jesús Ortega, profesora de dicho centro y organizadora de la semana cultural, que me haya hecho desempolvar estas viejas fotos. Ha sido una segunda revelación. La semana cultural se inauguró el día once y estará hasta el once de mayo próximo. Creo que estas actividades culturales en el Instituto son necesarias. Como digo, María Jesús me pidió que expusiera y lo hago muy gustosamente.

¿Hace mucho que no exponías?
—He expuesto muy poco, algo con focal y sólo aquí en Arcos. Nunca he sido un hombre de exponer a menudo, ni de participar en concursos. Soy más de enseñarlas a mis amigos. Creo que no expongo desde hace veinticinco años.

Explícanos en qué consiste esta exposición.
—La idea que yo tenía cuando hice estas fotos era reflejar, captar lo que iba viendo, centrándome en los rostros humanos. Esas fotos tienen entre veintisiete y veintiocho años y están hechas la mayoría en Arcos, pero también las hay de Algodonales o Grazalema.

Y la técnica.
—En aquella época hacía fotografías en blanco y negro. En color he tirado poco hasta la llegada de la era digital. En blanco y negro yo controlaba todo el proceso, desde que compraba la lata con veinte o treinta metros, cargaba los carretes, y así hasta el revelado y el positivado. Lo controlaba todo. En color era un proceso más delicado y además no me atraía demasiado.

¿Para ti también ha sido Focal, la agrupación de fotógrafos de Arcos, algo determinante en tu fotografía?
—Vamos a ver. Fui miembro de Focal al principio, pero no muy activo, porque no soy mucho de asociaciones; soy individualista. Más que Focal fue Rafael Rosetti, quien me enseñó a revelar y a ver la fotografía de otra manera. Él sí fue importante para mi crecimiento como fotógrafo.

Uno siempre piensa que los fotógrafos son como los poetas, que tratan de apresar en sus fotografías la luz y el tiempo que se escapan. ¿Eres de esa opinión?
—No realmente. En mi caso hacía fotos porque iba por la calle y las veía. Miraba a algún sitio y sabía que allí había algo fotografiable. Con el tiempo la fotografía adquiere un valor, aparte del artístico, que consiste en convertirse en  un documento. Nunca he pensado en atrapar lo que huye, sino en guardar un documento. Un documento gráfico.

Tú naciste en Burgos, ¿no?
—Sí. En el sesenta y seis. Estudié en Arcos creo recordar quinto, sexto y séptimo de E.G.B. Después pensé estudiar Periodismo, imagen y sonido en la Universidad Complutense, pero se me fueron los plazos y para no perder el año hice un par de años de Empresariales. Luego lo dejé todo por la fotografía.

¿Y sigues con ella, sigues haciendo fotos?
—Ahora menos activo, la verdad. Fui durante muchos años fotógrafo de prensa, primero en Diario de Cádiz y luego en Arcos Información. Hacía entonces fotos “a granel”. Y quizás todo el tiempo con la cámara a cuestas me cansó un poco. No hay nada peor que ver a tu gran pasión convertida en un trabajo forzoso. Cuando acabé en Arcos Información desconecté un poco: seguí haciendo fotografías, pero de una forma más relajada, y así sigo ahora. Ahora hago mucho paisaje. He derivado en eso, en detrimento de la figura humana, que antes era predominante.

¿Cómo fue tu etapa de periodista gráfico?
—No me quejo. Guardo muy buenos recuerdos, bastante intensos en algunos momentos. Yo viví el cambio de la era analógica a la digital. En Arcos Información yo tenía que saber y sabía revelar y positivar, y dominar el cuarto oscuro. Era necesario porque para ello hacía falta una persona específica. Con el cambio a la digital todo era más cómodo, porque en el ordenador tenía la foto. A nivel laboral cambió la cosa, porque ya  no era imprescindible un fotógrafo profesional. Hacía más falta como escritor que como fotógrafo y me tocó escribir. Llegó un momento en que decidí dedicarme a otra cosa.

¿A qué?
—A mi otra gran pasión. El deporte. A organizar rutas de montañas y rutas organizadas.

¿Qué deportes has practicado?
—Muchos. El deporte forma parte esencial en mi vida. He practicado hasta artes marciales. Desde hace años practico la bicicleta de montaña y me preocupo por mi preparación física en general, a todos los niveles.

Ment sana, corpore sano, ¿no?
—Eso es.

Volvamos a esta exposición. Dinos algo que nos invite a ir a verla.
—Hombre, puedo destacar que son imágenes en papel, originales, que no están digitalizadas, que están positivadas en el cuarto oscuro y sin retoque. Las fotos están hechas con una cámara “Minox”, muy pequeña, del tamaño de un móvil de cuatro pulgadas, con una calidad óptica muy buena y que permite pasar desapercibido.

¿Cómo un ladrón de rostros?
—Como un ladrón no, lo que pasa es que mientras menos equipo lleve un fotógrafo mejor. Eso lo aprendí de Marc Ribou, un fotógrafo de Magnum, en un Semanario en Madrid. Me llamó mucho la atención y desde entonces lo practico.

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