A Juan Carlos Muñoz Ramírez, más conocido como el 'vendedor de palodús de Jaén', cada vez le es más complicado montar su puesto en la capital. Este jienense denuncia que, aún teniendo los permisos en regla, no le permiten vender. Lleva desde los 16 años vendiendo palodús y madroños en la calle y en la actualidad, a sus 60 años de edad, esta actividad se ha convertido en un “mínimo sustento económico” que le permite llevar dinero a casa y ayudar a su familia después de cinco años en el paro.
La plaza de la Constitución se ha convertido en su ubicación, pero desde el pasado viernes no puede vender. Asegura que agentes de la Policía Local le pidieron la documentación. Él enseñó el permiso concedido por la concejalía de Promoción Económica, Comercio y Consumo, válido hasta el 31 de mayo del presente año. Por su licencia de ocupación de la Vía Pública con Puestos, Barracas, Exposiciones, Espectáculos o Aparatos Infantiles de Recreo abona un cuota anual de 68,56 euros.
Sin embargo, como ya ocurriera por las misma fecha del año pasado, le han vuelto a requerir el alta como trabajador autónomo, un seguro de responsabilidad civil que cubra la posibilidad de daños a la propiedad pública, y el carné de expendedor y manipulador de alimentos. “El alcalde me confirmó que con este permiso podía seguir vendiendo, pero los agentes me dijeron que me tenía que marchar y sigo sin poder vender y sin llevar dinero a mi casa”, lamenta.
Este jienense vive en el Polígono del Valle y en su Cáritas parroquial lo ayudan entregándole alimentos.
Su actividad profesional ha estado ligada siempre al sector de la construcción y Juan Carlos Muñoz es una de las víctimas del paro y a su edad, aunque quiere trabajar “en lo que sea”, el problema es que “no sale ningún trabajo”.
Por vender palodús y madroños podía llevar a su casa poco más de 15 euros al día. Para él son “suficientes” para sobrevivir. “Es el único trabajo que tengo y que me permite llevar dinero a casa, ayudar a mis hijos y nietos”, termina.