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Miércoles 03/07/2024  

Jerez

Las primeras familias de refugiados empiezan su nueva vida en Jerez

Accem ya acoge en pisos tutelados en barrios obreros a ciudadanos de Siria, Armenia, Ucrania y África, que han pedido asilo por los problemas político de su país y hasta su orientación sexual. Una fundación extranjera contacta con la ONG para invertir en un novedoso proyecto de inserción laboral

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  • A las puertas de Accem. -

Salvando casos de acogidas temporales, es la primera vez en los diez años que llevan funcionando en Jerez que Accem (Asociación Comisión Católica Española de Migración) acoge formalmente a familias de refugiados, después de que así se lo encargaran desde el Gobierno central, teniendo en cuenta la trayectoria de esta organización en la ciudad y el resto de la provincia. Su programa  de emergencia que desarrollan en un centro de una pedanía de Arcos, que supone el primer contacto con los inmigrantes, atendió el pasado año a casi 1.500 personas, de las cuales el 40% eran niños, y la mayor parte de la población venía de Siria. Por eso para esta ONG poner en marcha  este dispositivo supone un reto en continua ebullición, que iniciaron con la búsqueda de los seis pisos tutelados con plazas para 36 personas, en los que ya se alojan seis familias. Adaptar esta infraestructura no es tarea fácil, y es solo la primera parte de una intervención global con un equipo interdisciplinar que trabaja a dos años vistas desde el primer contacto con este colectivo.Tal y como aclara el coordinador de Accem, Rodrigo Gómez, esto no significa que estas personas estén exactamente dos años acogidos en pisos. “Es complicado porque hay más gente que viene detrás que necesita recursos; trabajamos de seis meses en seis meses. El primer semestre coincide  con la tarjeta inicial que no les da derecho a trabajar todavía, y en ese periodo viven en unos pisos alquilados por nosotros”.


En este modelo de intervención, que busca dar la máxima independencia y normalidad dentro de las circunstancias especiales de estas familias, los pisos suelen estar repartidos  en “zonas normalizadas”. En definitiva, vienen a ser “barrios obreros” más propicios a su integración, con la idea de que el día de mañana estas personas puedan optar a quedarse en estas barriadas y pagar un alquiler asequible. La adaptación de estos hogares provisionales está más que pensada, y por eso todos los pisos tienen dos baños para dividirlos atendiendo a los dos núcleos familiares que pueden llegar a convivir, pero con la limitación de que nunca van a habitar el mismo inmueble más de seis personas. De esta manera,  evitan que se conviertan en “pisos pateras”. Tampoco se puede ni fumar ni beber alcohol dentro. 


Salvando estas circunstancias, se trata de un “piso normal”, en el que tienen aprender a administrarse con la asignación mensual dividida para la alimentación y la higiene personal -cuyas facturas están perfectamente supervisadas- y en los que se busca siempre intentar dar la máxima autonomía para “recuperar la sensación de vida propia”.“Nosotros hacemos dos compras al mes con ellos -tienen una tarjeta con las distintas asignaciones-, y tenemos acuerdos con la panadería del barrio para a final de mes pagar las facturas del pan, etcétera”, explica el responsable de Accem.


Pero detrás de estas seis familias que han sido derivadas por las vías formales en coordinación con el Ministerio del Interior, Trabajo y Asuntos Sociales, y que proceden de Ucrania, Armenia, Siria y otro país de África, hay durísimas historias personales: las propias de haber tenido que huir de su país por los conflictos, la inestabilidad política o la condición sexual. Todos han solicitado asilo político, y entre ellos hay un cámara de televisión que viene con su pareja y su hija de año y medio, un matrimonio con dos adolescentes de 13 y 14 años que en Accem ya han escolarizado en institutos cercanos a la zona donde viven, y otros dos jóvenes. Al haber solicitado asilo, como aclara Gómez, “ya están formalmente dentro del sistema de protección internacional”.

Ahora todos tienen por delante una nueva etapa donde entre que logran regular su situación suelen tener “elementos comunes” ,  como el duelo por el que tienen que pasar al haber perdido, sino a la familia, que también se da en muchos casos, a toda su vida anterior al completo, (trabajo, ciudad, entorno familiar...). En este proceso es fundamental el papel de la psicóloga del equipo de Accem, que para quien lo demande también puede trabajar de una forma más clínica en función del caso.


Otro reto es aprender el nuevo idioma, en este caso castellano, objetivo con el que trabajan “desde el minuto 1”. Por esta y otras cuestiones es fundamental que Accem cuente con un equipo humano interdisciplinar con dos trabajadores sociales, una maestra que es psicopedagoga y que trabaja el tema del idioma u otra compañera que se encarga de la orientación laboral, ocupándose de convalidar las titulaciones de estas personas, “ya que viene gente muy preparada” y de asesorarles a la hora de buscar trabajo.


La idea, como explica Rodrigo Gómez, es “ir retirando apoyo” dentro de esta cobertura de dos años de forma progresiva para propiciar una etapa de “primera independencia”, en la que les asesorarán en la búsquedas de un piso de alquiler.  “Si la familia tiene ingresos, les ayudamos inicialmente para que gradualmente vayan ganando independencia”. Y en este último propósito cobra vital importancia su incursión en el mercado laboral, para la que la ONG ya tiene en cartera un novedoso proyecto de integración laboral con el que pretende beneficiar a refugiados y a familias necesitadas de Jerez. “Nosotros somos conscientes como entidad social de la realidad de Jerez, y no  solo trabajamos con refugiados, sino que también lo hacemos con inmigrantes y personas de la ciudad que lo están pasando mal después de que hace dos años ampliáramos  nuestro objeto de acción”. Por ello, después de que una fundación holandesa contactara con la ONG para invertir en la ciudad al ser una de las que está acogiendo refugiados, en Accem han decidido “darle la vuelta” al proyecto inicial para beneficiar a este colectivo y a personas autóctonas con dificultades que “también lo han perdido todo”, añade,


Esta experiencia aún “está en pañales” pero va “calando” y en la organización no están dispuestos a dejar escapar esta oportunidad, que pretende implantar nuevas técnicas de agricultura a partir de la hidroponia como ya han llevado a cabo en zonas desérticas y de conflictos. De salir adelante, sería la primera vez que esta fundación invierte en suelo europeo, en este caso en Jerez. Así, su pretensión es  echar a andar el proyecto piloto a mediados de año a través de un criadero de peces mariscos y vegetales con un alto valor agregado a partir de técnicas de aquaponia. Si funciona correctamente, en el futuro derivaría en una empresa de la que el 50% de su plantilla sería refugiados y  el otro 50% de la zona. “Es un proyecto bonito  para el que estamos buscando socios y con el que se puede demostrar que la llegada de refugiados a un sitio no hay que verlo como una carga, sino una oportunidad”.

“El miedo y la solidaridad no se llevan bien”

En Accem se solidarizan con las víctimas de los últimos atentados de París,
y Bruselas y reconocen que les inquieta que estos actos terroristas acaben predisponiendo a la opinión pública sobre la grave situación que vive el colectivo de los refugiados. “Este tipo de acciones inyectan el miedo y el miedo y la solidaridad no se llevan bien”, señalan.

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