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Sevilla

“Soleá, dame la mano”, marcha de los Font de Anta

Con las primeras claras del día, la Cruz de Guía de la cofradía de la Esperanza de Triana entraba por la calle Pastor y Landero procedente de Adriano. La cárcel del Pópulo, antiguo nombre de la calle, ocupaba casi toda la manzana, desde la calle Almansa hasta la calle Arenal...

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  • Manuel y José Font de Anta -

Los Font de Anta se inspiraron para componer la marcha, en una tradición carcelaria iniciada en 1889 por la cofradía de la Esperanza de Triana. Manuel Font de Anta fue tenido como autor único de la marcha procesional hasta que su hermano José solicitó la autoría compartida. “Soleá, dame la mano” fue considerada como la marcha procesional más completa de nuestra Semana Santa y digna de ser pieza de concierto. En estos tiempos nuevos, cuando las marchas clásicas han casi desaparecido de los programas musicales y han sido sustituidas por músicas más propias de publicidad de refrescos, “Soleá” ya no se escucha por las calles de Sevilla. Es la moda…

Con las primeras claras del día, la Cruz de Guía de la cofradía de la Esperanza de Triana entraba por la calle Pastor y Landero procedente de Adriano. La cárcel del Pópulo, antiguo nombre de la calle, ocupaba casi toda la manzana, desde la calle Almansa hasta la calle Arenal. El edificio había sido antes convento de clausura. Los muros, altos y sin apenas huecos, de color terrizo, eran un anticipo del interior, donde salvo los dos grandes patios con fuentes, amplios y soleados, todo era sórdido, viejo y sucio.

Desde finales del siglo XIX, al pasar la Esperanza de Triana, algún preso le cantaba una o dos saetas, pero no desde las escasas ventanas fuertemente enrejadas, sino desde la esquina de la calle Almansa, donde había un postigo de la cárcel, que se abría para el caso.

La tradición de homenajear a los presos de la cárcel del Pópulo por parte de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza de Triana, comenzó en 1889, al reanudarse sus salidas procesionales y hacer la primera estación a la Catedral en la madrugada del Viernes Santo (19 abril 1889). Desde entonces y hasta 1933, año de clausura de la cárcel, nunca faltó la Hermandad a la cita con los presidiarios, que le cantaban saetas a las imágenes. Esta tradición fue comentada por varios autores en libros y periódicos.

En 1956 se reanudó la costumbre de forma simbólica ante un retablo de la Virgen trianera que fija el lugar del portillo de la antigua cárcel. Este retablo se bendijo el 18 de diciembre de 1955 y fue pintado por Antonio Kiernam y realizado en los hornos de Cerámica Santa Ana.

Donde estuvo la cárcel del Pópulo (1837-1935), existe hoy un espléndido edificio de Juan Talavera y Heredia construido en 1947 para mercado de entradores, luego readaptado para mercado de abastos (1974-1977).

Igor Stravinsky estuvo en Sevilla en la Primavera de 1921, deseoso de admirar la Semana Santa, de la que sólo conocía los testimonios escritos de los viajeros románticos. Vino procedente de París, acompañado de su íntimo amigo y colaborador Diaghilev, el creador de los ballets rusos, con quien trabajó en El pájaro de fuego, La consagración de la Primavera, etc. Stravinsky y Diaghilev se alojaron en el hotel Madrid y tuvieron en Juan Lafita un cicerone excepcional. Fue presenciando el desfile de la cofradía de San Bernardo por la Puerta de la Carne, cuando Igor Stravinsky, al escuchar la marcha Soleá, dame la mano, que interpretaba la Banda Municipal de Música detrás del paso de la Virgen del Refugio, le dijo a su amigo Diaghilev: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”.

Frase emocionada, de sincera admiración, del genial Igor Stravinsky, que Juan Lafita comentaría después en las siempre animadas tertulias del Ateneo sevillano, como homenaje al compositor Font de Anta.

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