Niños, jóvenes, mayores disfrazados. Grupos de baile. Grupos de zombis. Grupos de lo que fuera pero lo importante era estar en las calles, paraguas en mano o mojándose, porque los jóvenes no le temen al agua. De hecho, nadie osó suspender nada. Entre otras cosas porque el poder de Halloween es que la fiesta la hace la gente.
Del parque Almirante Laulhé salió el pasacalles que recorrió las calles hasta llegar a la Alameda, donde la empresa Imaginarte había instalado decorados para que quien quisiera pudiera hacerse fotos con fondo apropiado para la ocasión. Y bien utilizados que estaban.
Pero lo importante -sin que el pasacalles dejara de serlo- estaba en la otra punta de la ciudad, en la zona de Camposoto. Lo importante porque este año y a pesar de la lluvia ha sido como si floreciera una semilla -negra, claro- que se ha estado plantando durante varios años.
Colas en la puerta de la Asociaciones de Vecinos del Pedroso y Los Caserones para entrar al túnel del terror y cientos de personas apiñadas junto a la valla de un descampado, camino del cuartel de Camposoto, donde apareció de la noche a la mañana un cementerio anglosajón en el que poco después fueron apareciendo los cadáveres redivivos.
A lo Hollywood
En plan Hollywood, superando la puesta en escena del año pasado, con muchas horas de maquillaje y de trabajo de muchos vecinos que están dispuestos a crear en esa zona de la ciudad el gran espectáculo de los muertos vivientes. Dinamización de la zona, lo llaman los políticos
Pero no ha sido gratis. De hecho, es gratis para los que asisten a las representaciones o al túnel del terror, donde sí se les invita a que si les ha gustado el espectáculo, dejen la propina en la barra del bar.
Para los vecinos que participan en esta iniciativa sí cuesta dinero y cuesta trabajo y así ha sido durante cuatro años hasta que esta vez la fiesta ha tomado proporciones que deben considerarse aparte.
Por supuesto que el Ayuntamiento colabora poniendo la seguridad de todos por encima de cualquier otra consideración. Lo que debe hacer un ayuntamiento ante una aglomeración de personas.
Pero son ellos, los vecinos, los que han comenzado como un juego y ahora se encuentran que el monstruo está creciendo. Y ahí es cuando llega el momento de encauzar el éxito. En 2016 se verá.