El ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, ha subrayado, en su discurso ante la Asamblea de la ONU, que el respeto a la soberanía e integridad territorial de los Estados es uno de los "pilares" de la organización "que a todos cobija", y que éste no puede ser ignorado o por quienes se creen "por encima de la ley".
"Son esenciales para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Si esos pilares son debilitados, ignorados o sustituidos por una voluntad que se cree por encima de la ley, el edificio, literalmente, se nos derrumba, nos quedamos a la intemperie", ha avisado el ministro, según el texto de su intervención difundido por la ONU.
Esa ha sido la única alusión, velada, del ministro a la situación interna de España a causa el debate independentista en Cataluña, en un discurso en el que ha hecho hincapié en la amenaza del terrorismo y ha repasado el panorama internacional, sin olvidar un llamamiento a Reino Unido para un diálogo bilateral sobre Gibraltar.
Margallo ha iniciado sus palabras citando el título de un grabado de Francisco de Goya, "El sueño de la razón produce monstruos", para subrayar que "la ley es la razón de los Estados" y que cuando ésta se "echa a dormir" deja el campo libre a los "peores demonios".
"La ley es la razón de los Estados. No me refiero a cualquier ley, sino a la ley que es expresada a través de los cauces formales de un Estado democrático y de derecho, por los legítimos representantes de una soberanía nacional. Cuando esos cauces son desbordados, cuando la razón de la ley es arrumbada, los monstruos de Goya están siempre al acecho", ha proclamado.
Para el jefe de la diplomacia española, esa lección la aprendió "la humanidad", representada en la ONU, hace 70 años, después de vivir no un sueño, sino "una pesadilla", porque "el ejercicio desaforado del poder, sin el freno de la ley y la templanza de la razón, había producido los monstruos de la Segunda Guerra Mundial y de la Shoah".
Por eso, ha recalcado, los fundadores de las Naciones Unidas llegaron a la conclusión de que, "al igual que los Estados tienen una Constitución que rige las normas de convivencia entre sus ciudadanos, era necesario que la comunidad internacional se dotara de su propia ley suprema, de su Carta Magna".
Así, ha comparado la Carta de San Francisco con una "Constitución de la Humanidad" y ha recordado que sus preámbulos, propósitos y principios son los "pilares" del edificio que deben ser respetados por todos.