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Campo de Gibraltar

La terna de La Línea, a hombros en una tarde triunfal

Bravo y manejable encierro de Gavira; al sexto se le dio la vuelta al ruedo linense

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  • Curro Duarte, montera en mano. -

Desde su anuncio, el cartel con El Cordobés y El Fandi y cerrando el linense Curro Duarte había despertado mucho interés. Luego, la caída de El Cordobés, por estar lesionado, y una gastroenteritis a última hora de El Fandi, cuyos certificados aparecían en la taquilla hizo que mucha gente devolviera la entrada.

Si existe afición en La Línea, cosa que dudo, debían haber comparecido por animar al torero de la tierra, que hacía tres años que no se vestía de luces. Curiosamente, él, Duarte, aparecía el último en cartel y resultó que abrió plaza por las sustituciones de Escribano y Galván, que a la postre resultaron interesantes. Los que no fueron se perdieron una tarde entretenida.

Fue de esas corridas que necesita la afición para que se divierta y mantenga la llama. Los toros de Gavira tuvieron buena parte de culpa de que el espectáculo resultara brillante.

Duarte salvó a su primero con verónicas templadas. El toro, bajito de fuerza, admitió una faena de pureza sobre la mano derecha de estilo clásico y de regusto. Hubo momentos intensos, a destacar por naturales. Una buena estocada le valió las dos primeras orejas de la tarde.

Su segundo, un toro con trapío, serio de pitones, al que tal vez le faltó un puyazo, se le vino arriba a Curro en la faena de muleta. El linense estuvo muy digno con un goteo de muletazos de bellos trazos. El sabor que imprime este torero con capote y muleta quedó demostrado en esta actuación ante sus paisanos. Estuvo muy relajado y tranquilo, sobre todo en el primero.

En estado de gracia
La sustitución de El Fandi por Manuel Escribano fue un acierto. Este torero está en un momento excepcional tras su triunfo con los Miura en Sevilla. El extenso repertorio con capote en sus dos toros desde las ceñidas largas cambiadas, verónicas de rodillas, chicuelinas y galleo fue un prólogo de dos tercios de banderillas donde clavó en la misma cara y quebrando al colocar un palo al violín, confirmando el absoluto dominio que posee el sevillano en esta suerte.

La faena al primer toro fue de inteligencia total, toreando en distancias cortas a un toro bravo y noble que acusó una voltereta tras tomar el puyazo. Una pena, porque tenía buen tono. Pero Escribano, con oficio, supo darle pausa y despido, consiguiendo series con la franela hondas y largas, logrando dibujar trazos de calidad y hondura. Trazos largos y limpios y la muleta gastada. La estocada dio paso a las dos primeras orejas.

En el segundo volvió a dar la capacidad y el concepto de tauromaquia que ha hecho al sevillano ser uno de los jóvenes toreros emergentes de la actual temporada. Pensó otra faena de mano baja con poder, solvencia y precisión. Volvió a matar con estocada sin puntilla y de nuevo paseó el rabo, que había brindado a su compañero David Galán.

Se presentaba el isleño, aunque residente en el Campo de Gibraltar, David Galván, que sustituía a El Cordobés y lo hizo con un saludo capotero y ganando terreno en cada lance. Bravo, repetidor y con movilidad fue este toro de Gavira al que David toreó por ambos pitones en una faena que tuvo templanza y dominio. Esta circunstancia fue bien aprovechada para rematar su virtuosa actuación con un pinchazo y estocada.

El último de la tarde volvió a repetir su exquisito toreo con el capote y tras un puyazo el de Gavira se entregó a los vuelos de la muleta de Galván, que demostró estar capacitado para escalar a puestos altos. Sus series por ambos pitones fue un toreo puro y de verdad que expuso con adorno y valentía y en uno de los momentos le faltó el respeto al toro y lo empitonó, afortunadamente, sin consecuencias. Siguió con las mismas ganas y valentía y con el público en el bolsillo mató de estocada entera y arrancó el rabo.

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