En la semana en que se ha celebrado el día de Andalucía y en la que el Partido Andalucista protagonizó una sonora polémica relacionada con su posición en el seno del pacto de gobierno que mantiene con el Partido Popular en Ronda, el histórico andalucista Juan Harillo visitó el programa de entrevistas A solas con, que emite cada miércoles Ondaluz Ronda. Harillo habló de su experiencia como político, durante casi quince años como munícipe, cuatro de ellos, siendo alcalde; posteriormente como alto cargo de Turismo de la Junta de Andalucía. Habló de la propia salud del pacto de Gobierno, o sobre lo que significan para él Andalucía y el propio andalucismo. Reproducimos la conversación que mantuvimos con Harillo.
¿Es más de celebrar el 28 de febrero o el 4 de diciembre?
—El día del pueblo andaluz, en que el pueblo fue protagonista, fue el 4 de diciembre, porque en 1977, sin dirección de ningún partido y motu propio, salió a la calle, obligando a las fuerzas políticas que no se sentían nacionalistas a asumir parte de la lucha por una autonomía al más alto nivel, como las que iban a otorgarse a otras partes del territorio español. Así que el 4 de diciembre es el verdadero día de Andalucía. El 28 de febrero es la fecha que oficializó el PSOE por el famoso referéndum.
Con todo celebrará Juan Harillo el 28 de febrero…
—Sí, claro. Pero entiendo que la fecha es el cuatro de diciembre, una fecha expropiada a los andalucistas por los partidos mayoritarios cuando vieron que un partido como el nuestro se hacía importante. Nos expropiaron la fecha, pero es que nos expropiaron también el andalucismo.
Aquellos años a los que hace alusión fueron años de movilizaciones, de lucha en la calle. Este año las formaciones progresistas han querido recuperar ese espíritu de lucha…
—Porque gobierna el PP en Madrid y no gobiernan los suyos.
Con todo, y desde su vital experiencia, ¿entiende que ahora hay más motivos para salir a la calle? ¿Entiende los recortes?
—Siempre es necesario que seamos reivindicativos, y más aún en Andalucía, que ha sido siempre la última zona de España en renta por habitante, en puestos de trabajo… Pero es que seguimos estando a la cola. No negaré que ha habido cambios… ¡estaría bueno después de 30 años!
Ahora que tanto se habla sobre el modelo de cohesión territorial, y que la crisis hace aflorar determinados nacionalismos conviene recordar que nunca estuvieron ustedes por la separación de España…
—Nuestro lema, que dice ‘Andalucía por sí, por España y la Humanidad’, deja ver que nuestro modelo nacionalista no lleva implícita la independencia. La nuestra ha sido siempre una reivindicación económica, porque Andalucía ha sido históricamente expropiada en beneficio del resto del Estado. Reivindicamos eso, pero también la cultura y la historia andaluza, siempre tan maltratadas. Es por ello que nuestro nacionalismo no es como el catalán o el vasco.
Pero ya que establecemos paralelismos, ¿por qué cree que otras fuerzas nacionalistas de otros territorios han tenido y siguen teniendo mucho más peso que el Partido Andalucista?
—Hemos cometido seguramente muchos errores, pero ocurre que los errores de los pequeños se difunden mucho, y los nuestros se han difundido mucho. Pero debemos reconocer que la presencia de andalucistas en los ayuntamientos andaluces no ha dejado de ser importante. La nuestra es una formación con notable éxito en ciudades medias del tipo de Ronda.
Pero aquí además hay una importante vinculación histórica…
—En Ronda se celebró el Congreso Internacional Georgista hace ahora 100 años, con una importante participación de Blas Infante. Sin ser el principal actor, tuvo una tan importante intervención que, cinco años después, celebró aquí la primera asamblea andalucista, que presidió, y que aprobó los símbolos andaluces. La vinculación es evidente. Y la prueba del algodón es que cuando recientemente alguien pareció dar la última puñalada trapera al andalucismo en Ronda, traicionándolo y marchándose del partido, se demostró que el partido se hizo aún más fuerte.
Tanto que llegaron ustedes al Gobierno. ¿Cómo valora usted el papel que está desempeñando su partido?
—Luchamos en la calle para recuperar a los andalucistas votantes, y lo conseguimos. Y para algunos debió ser una sorpresa tremenda. Pedimos al pueblo que confirmara con el voto al andalucismo su castigo a los tránsfugas traidores, y también al partido que los acogió, y el pueblo respondió. Y el siguiente objetivo fue hacer que Ronda fuese gobernable, y entramos a gobernar con el Partido Popular. Si sólo nos hubiera guiado la ambición política, hubiéramos defendido la alternancia en la Alcaldía con el PP, pero sólo quisimos hacer gobernable nuestra ciudad. En Ronda, además, si no hubiéramos participado en ese gobierno, no sólo había un Ayuntamiento inestable, sino que además la Alcaldía hubiera caído en manos del PSOE, que ganó las elecciones; no queríamos eso por el traidor que estaba al frente de es proyecto. Los rondeños lo agradecieron.
¿Cree que le pasarán facturas los recortes del PP?
—Es muy difícil gobernar hoy día por la inercia de gasto que había en los ayuntamientos, un gasto que difícilmente podía ni debía frenarse de golpe, si bien el frenazo era necesario, si no de golpe, al menos de una forma paulatina pero rápida. Y en esas estamos, porque las administraciones han gastado mucho, más de lo que recaudaban. Eso no puede ser.
Con todo han mostrado ustedes ya discrepancias con el PP…
—El PA tiene que dejar claro con su política que, aunque gobierna en coalición con el PP, no somos iguales que el PP, porque nosotros somos de centro-izquierda. Hay políticas sin ideología, que hay que hacerlas; la restricción del gasto es algo que impone la realidad, y en eso podemos estar de acuerdo, esa debe ser la estrategia a seguir para poner orden en el Ayuntamiento y para que los servicios se mantengan con el menor costo posible. Pero hay políticas generales que dicta un gobierno, el mismo con el que estamos coalicionados en Ronda, que no nos gustan, y tenemos el derecho y la obligación de criticarlas, como hacemos en aquellos lugares donde gobernamos con el PSOE y criticamos a la Junta. El PA, claro, critica muchas de las medidas que se están tomando por el daño que soportan los ciudadanos, que no tienen culpa directa en el mal que padecen.
Esta semana se han vivido momentos realmente tensos en el pacto de Gobierno. ¿Cómo ha asistido a la crisis?
—Hay un dicho muy expresivo y antiguo que viene a explicar que gobernar en coalición es andar con el zapato izquierdo en el pie derecho, y para nosotros, nunca mejor dicho, porque el PA es centro izquierda y estamos gobernando con el PP. Es difícil andar sin que salgan callos o rozaduras, y más aún con la situación de crisis. Pero lo importante es la buena voluntad de las partes, lo que permite arreglar situaciones difíciles. Ocurre en los matrimonios. Las diferencias han surgido en el presupuesto, un documento político que decide sobre cómo se recoge el dinero y cómo se gasta. Los problemas surgen si no se tienen en cuenta las necesidades económicas de las delegaciones de todos los miembros del pacto, cuando recortas presupuesto en las delegaciones del socio y no en las de los tuyos. Eso genera problemas. Y puede haber problemas en cosas menos importantes, pero que hay que tener en cuenta, como que un concejal que trabaja un área tenga el mismo derecho que otro a dar a conocer su trabajo, asumiendo también el protagonismo por el buen trabajo y no sólo cuando haya malas noticias. Ese equilibrio debe mantenerse. Pero todo es salvable, porque lo lógico es que las diferencias se acentúen al final del ciclo, pero no a la mediación.
Veo que sigue de forma activa en política…
—Dejé la dirección del partido en el año 1995, y di un paso atrás de verdad, aunque me tocara entonces desempeñar cargos en la Junta. Y eso deben saber hacerlo todos los políticos: dar un paso atrás, y saber que en política se está de manera transitoria y que la política no es el medio de vida de uno.
Pero, ¿qué cualidades se requieren para estar en política?
—Capacidad de sacrificio y trabajo.
¿Cómo le sentó la marcha de su sobrino Daniel Harillo?
—Me siento libre para dar mi libre opinión ya que me pregunta. Y le diré que no me gustó que Daniel se marchara. Pero entiendo que a la política hay que dedicar hasta donde uno pueda, porque la política es ingrata. Y eso de atender a la familia y a la política, a veces, es difícil compaginar. Mi sobrino Daniel es muy sensato y quiere estar vinculado a la educación de sus hijos, algo que los políticos, realmente, no pueden hacer. Y lo digo porque lo sé, hablando en primera persona. Porque si de algo me arrepiento de mi etapa como político es de haber estado poco con mis hijos. Yo decidí entonces seguir en la brecha política, no sé si acertadamente. Daniel ha elegido su familia, y hay que entenderlo.