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Campo de Gibraltar

“La Guardia Civil es mi vida”

Alfonso Villalta es capitán ayudante de la Comandancia de Algeciras y jefe de los delegados de las plazas de toros de la comarca

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  • Alfonso Villalta. -

En la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras, hubo un emotivo acto por su jubilación el viernes pasado primero de marzo. Y como Alfonso Villalta es un excelente capitán del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil y mejor persona, es por lo que le hice esta entrevista, donde expone brevemente su pasado profesional.

Haga un breve recorrido por su infancia.
–Nací en la calle Jerez de Algeciras, en la casa del torero El Niño de la Venta, que era un tío hermano de mi madre.  Fui bautizado en la iglesia de Nuestra Señora de La Palma de Algeciras. 

¿Su padre a qué se dedicaba?
–Tuvo cinco taxis en Tarifa. Fue un hombre muy humilde querido por todo el mundo. Hace diez años murió y cada noche sueño con él. (El capitán se emociona recordando a su padre).

¿Tanto se acuerda de él?
–El pueblo de Tarifa era sobre todo marinero y a veces los pescadores se tiraban pescando tres y cuatro meses sin venir a casa. Y cuando se ponían los niños enfermos, venían a mi padre las madres y les decían: “Isidoro no tengo dinero para llevar al niño al médico”. Mi padre les contestaba: “No te preocupes”. Esa humanidad la he vivido en mi casa desde que era yo un niño y es la que he llevado durante toda mi trayectoria.

¡Maravilloso!
–Mi padre esa labor humanitaria la hacía frecuentemente porque por aquellos años existían muchas carencias. A veces la gente del campo le pagaba con especies. (El capitán continúa emocionado).

¿Tuvo una infancia feliz?
–Tengo unos recuerdos maravillosos, porque en los aires navideños cuando se reunían los hermanos, primos, sobrinos y nietos disfrutábamos muchísimo. Desgraciadamente las reuniones familiares se han ido perdiendo con el paso de los años. Y van dejando huellas sobre todo en la formación.

¿Dónde estudió?
– En el colegio La Inmaculada y posteriormente hice el Bachillerato en el Instituto Batalla del Salado de Tarifa. Posteriormente, al gustarme mucho la pintura y el arte, me fui a la Escuela de Arte y Oficios de la calle San Antonio de Algeciras, porque quería hacer delineación.

¿Realizó el Servicio Militar?
– El periodo de instrucción lo hice en Cerro Muriano (Córdoba). Después hice el Servicio Militar como voluntario, en el Regimiento Mixto de Artillería de Algeciras.

¿Qué camino emprendió posteriormente?
– Cuando dije en mi casa que me iba a la Guardia Civil todo el mundo se puso las manos en la cabeza, porque no había ningún guardia civil en la familia. Mi padre como ya  te he comentado era taxista y mi hermano tenía un supermercado. No se lo creían porque mi padre tenía estipulado que me hiciera cargo del negocio del taxi. Pero con todos mis respetos para mi padre y para el resto de los taxistas, yo aspiraba a algo más.

¿ Qué le motivó ingresar en la Guardia Civil?
– Desde chico jugaba con los hijos de los guardias civiles en el patio de la Casa Cuartel y en el instituto. Cuando me licencié, un día me encontré a un compañero de la infancia, vestido de guardia civil recién salido de la academia destinado en Tarifa. Y le dije: ¡Qué alegría me das verte con el uniforme! Contestándome. “Ahora se puede salir de la academia hasta de conductor, ¿por qué no te presentas?”.  Le hice caso y me presenté a los exámenes en Algeciras a finales de los años sesenta. Aprobé y me fui a la Academia de Úbeda donde estuve cinco meses.

Cuando ingresó, ¿qué sensación percibió?
– Cuando entré y fue pasando el tiempo, fui viendo que la Guardia Civil es otra imagen distinta de la que se tiene en la calle. Porque desde dentro se puede ayudar a la sociedad. Es maravilloso la satisfacción tan grande que te llevas cuando ayudas a alguien que lo necesita.

¿Cuál fue su primer destino?
– En Palma de Mallorca, donde permanecí dos años y  tuve a mi primera hija, porque me casé con la algecireña María José de la Torre. Actualmente tengo tres hijos  pero cuando llegaba a casa finalizado el servicio cuando estaba destinado en Palma de Mallorca no disfrutaba de ellos. Porque había embarques en los que entrabas de servicio a la siete de la mañana y finalizaba a las doce de la noche cuando se iba el último barco. Y al día siguiente lo mismo, pero hoy afortunadamente el servicio ha cambiado y los guardias civiles hacen sus ocho horas diarias.

¿Siguientes destinos?
– Me fui a Madrid a la Dirección General para poder estudiar  para ser cabo, ya que cuando ingresé quería ser algo más que guardia. Aprobé y me destinaron al Parque de Automovilismo en los Servicios Especiales de la Guardia Civil. Posteriormente me vine destinado a Algeciras, y por las tardes me iba al Instituto Isla Verde y terminé el COU e hice algunas asignaturas de Derecho. Pero lamentablemente tuve que dejar de estudiar porque mis hijos me necesitaban.

¡Qué bonito!
– Muy bonito. Después fui destinado a Melilla y me tocó la famosa riada por el año ochenta y cinco. Permanecí dos años y era un ambiente cerrado, pero como me gustaba convivir con la gente de la calle, estuve en la Coral de Melilla y tengo un disco grabado. Tenía permiso del director general para salir al extranjero con la coral.

Después de Melilla, ¿qué?
– Ascendí a sargento y fui destinado otra vez a Madrid de Comandante de Puesto durante tres años en Soto del Real. Hice un curso de Jefe de Destacamento y de Jefe de Taller. Y me destinaron posteriormente a Tenerife, pero la Corporación Municipal de Soto del Real no quería que me marchara de allí. Y solicitaron una entrevista al director general para que me dejara.

Es evidente por su forma de ser y de actuar que por donde ha estado destinado dejaba sus señas de identidad tan humana y profesional.
– Se basaban en que hice una buena labor con la juventud y me reunía con los chavales. También hablaba con los padres y les decía -vuestro hijo se está metiendo en la droga, estoy hablando con él, pero necesita vuestro apoyo-. Me gustaba hacer controles y registros en los coches que llegaban procedentes de Colmenar para que no entrara la droga en el  pueblo. Estaban muy agradecidos con mi actitud y eso me hizo pensar que la labor que estaba haciendo era reconocida.

En Tenerife, ¿cómo le fue?
– Estuve dos años y pico, pero como el nivel de estudios para mis hijos no era el adecuado, regresé de nuevo a Madrid como jefe de Destacamento de Automovilismo, en la Escuela de Adiestramiento de Guadarrama donde permanecí nueve años. Pero como esta academia se la iban a llevar para Logroño, decido presentarme para oficial porque llevaba muchos años fuera y quería volver a Algeciras de oficial de la Guardia Civil, para disfrutar de mis padres y de todas mis raíces.

¿Cuándo le destinaron finalmente a Algeciras?
– Aprobé y de teniente me destinaron a Alicante e hice un curso de patrón de barcos. A Algeciras me destinaron en el año 2.000 a las lanchas como Segundo Jefe del Servicio Marítimo del Campo de Gibraltar.  Todas las noches en la mar, porque llegué cuando las grandes avalanchas de la emigración. Tengo una gran satisfacción personal que no me la va a quitar nadie, porque he sacado de 2.500 a 3.000 personas del agua.

Capitán, ¿un servicio humanitario imborrable e inolvidable?
– En el Servicio Marítimo he vivido unas experiencias imborrables, imborrables. Hay cosas que se quedan clavadas en la mente de las personas. Porque cuando salía de servicio de noche por ahí y veía a las embarcaciones de emigrantes, te acercabas con las debidas precauciones, porque los emigrantes al vernos se ponían de pie e, intentan agarrarse con el consiguiente peligro de que volcara su  patera.

¿Le fue duro contemplar las penosas circunstancias de esos seres humanos huyendo del hambre y de la miseria?
–Sobre todo cuando ves a mujeres y a niños se te ponen las carnes de gallina. Debes actuar con templanza, porque sabes que sus vidas dependen de ti. Y hasta que no ves al último emigrante subido en la embarcación no respiras.

¿Existen miradas y situaciones que calan e impactan más que otras?
– Una de las cosas que más me impactó fue la mirada del niño inocente, que no se borra y la llevo incrustada en mi mente. Otra cosa que me impactó fue cuando uno me preguntó: "¿Esas luces son Barcelona?". Los engañan en todos los sentidos. Existe una gran profesionalidad y humanidad en todos mis compañeros del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de la Comandancia de Algeciras. (Se vuelve a emocionar el capitán).

Capitán, le comenté a un conocido guardia civil que le iba a entrevistar y me dijo: “Villalta es buen tío y muy buena gente". Y es evidente que para el Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil y para la sociedad, es un orgullo y honor contar con personas y profesionales como usted.
– No puedo hablar porque se me están saltando las lágrimas. Pero te diré que mi lema es la honradez y la humanidad. Por lo tanto hay que ser primero buena persona y después guardia civil. Y eso que no se le olvide a los que vengan detrás. Porque no hay que olvidarse que venimos del pueblo.

Llorar es de hombres sensibles, humanos y honrados.
– Me emociono porque vivo esto. Pasé a la Reserva el 3 de julio de 2008 y me quedé en una Reserva Activa de Ayudante y de Acción Social con el Teniente Coronel, hoy coronel, don Marcial Vázquez, que es una excelente persona. He aprendido muchísimo porque me enseñó bastante. José, te diré que a pesar de la edad que tengo no dejo de aprender diariamente.

¿Qué función ha realizado en Acción Social?
– Es una prestación que se le da a todos los compañeros de la Guardia Civil. Y como no se me olvida que he sido antes guardia que capitán. En vez de irme a mi casa jubilado, quise quedarme en el Cuerpo hasta los sesenta y cinco años ayudando a los míos. 

Supongo que posee un intachable expediente y muchas recompensas
– Me siento muy satisfecho con lo que he hecho profesional y humanamente. De las condecoraciones no me gusta hablar pero tengo: La Cruz de la Constancia a los veinte años de servicio. Cruz de la Real Orden de San Hermenegildo. La Encomienda de la  Orden de San Hermenegildo. La Cruz con Distintivo Blando al Mérito Militar. La Placa Real de la Orden de San Hermenegildo y me concedieron la Cruz del Mérito de la Guardia Civil con distintivo Blanco, por todos los inmigrantes que  he sacado del mar.

Villalta, es un apellido tarifeño muy ilustre ligado a la cultura y a las artes.
– Es verdad, soy primo hermano de Emilio Guillermo Pérez Villalta. Su madre es hermana de mi padre. Soy un gran admirador de mi primo que es hijo de un coronel del ejército. El padre quería que hiciera una carrera e hizo arquitectura, pero su gran pasión es la pintura. Me acuerdo que mientras los demás chavales nos íbamos a jugar al fútbol, él iba con un montón de folios debajo del brazo y pintaba a las personas en movimiento y a los barcos.
Procede también de familia de toreros. ¿Esa es la causa para que haya ejercido como jefe de  los delegados gubernativos de las plazas de toros del Campo de Gibraltar? 
– Cuando el teniente coronel me  dijo que me hiciera cargo de los delegados de la autoridad de las plazas de toros del Campo de Gibraltar, fue una satisfacción grande. Porque vengo de familia de toreros como es el Niño de la Venta.  La venta de Pelayo antes de ser del Chato era de mi abuelo y por eso viene lo del Niño de la Venta del toreo, porque se crió en la venta. Me gustaba mucho ir con mi tío por las ganaderías porque después se hizo corredor de ganado.

Hay presidentes que no son conscientes que pueden provocar una grave alteración de orden público, al actuar contra lo que le solicita mayoritariamente el público.
– He presenciado muchísimos festejos en el Campo de Gibraltar. Y a veces no se escucha la voz del pueblo ya que la primera oreja la concede el público. Y si no se concede esa oreja se puede provocar una grave alteración de orden público. Te estoy respondiendo desde el punto de vista de la Guardia Civil.

La Autoridad Gubernativa tiene que velar muy mucho también por la seguridad en el callejón de las plazas.
– Quisiera que llegara a la gente, que cuando no se permite la entrada a los callejones, es por motivo de seguridad. Y hay muchos que no se conciencian del peligro que existe, porque en cualquier momento puede saltar un toro y herir a los que no están en los burladeros.

¿Qué ha supuesto para usted pertenecer al Cuerpo de la Guardia Civil?
– Es como si me preguntaras que ha significado la vida, porque la Guardia Civil es mi vida, porque los más de 40 años desde mi juventud hasta la fecha se los he entregado a la Guardia Civil.

Ahora que se jubila del Cuerpo, ¿en qué dedicará su tiempo?
– Sobre todo con mi mujer, mis hijos y mis nietos. Continuaré en el coro de la iglesia de la Cuesta del Rayo. Y como bien sabes  proseguiré pintando, porque tengo intención de exponer los cuadros que ido haciendo y los que me quedan por hacer. También disfrutaré de mis amigos entre los que te encuentras.

Capitán sabe que soy hijo  de  un guardia civil y sus enseñanzas son las mías. Por lo tanto, mi vida se asemeja mucho a la suya. Le  diré que desde la escala básica hasta las de mandos, conozco las entrañas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Por consiguiente, transmita la admiración y respeto que le tiene este  ‘Caballero Cubierto’ al Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil. Enhorabuena. 
– Muchas gracias, José, por acordarte de mí.

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