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La estigma de ser republicano (I)

Artítculo de Félix Calvo.

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El 13 de abril de 1931, tras las elecciones municipales del día anterior, España asombró a propios y extraños con un cambio radical, pasó de ser un reino a constituir una republica, los españoles de la época, se acostaron vasallos y se levantaron ciudadanos, sin sangre, sin sobresaltos, (salvo los de aquellos que tuvieron que salir corriendo), nada que ver con los mismos cambios en las vecinas Francia o Portugal, aquí no hubo acoso y derribo a la familia real ni a sus allegados, no hubo ejecuciones de ninguna clase, había sido una transformación pacifica, el primer paso de una revolución.

Ese mismo día, la fuerzas socio políticas y la oligarquía económica, los aristócratas y la alta burguesía y la iglesia, comenzaron a fraguar un plan para evitar que la nueva republica tomase cuerpo, se asentase en la vida del país, progresara y echara por tierra sus privilegios y prebendas de siglos, había que atacar desde todos los frentes, presentar la nueva situación política como el peor de los males, un cáncer para la sociedad española y presto a extenderse como una plaga, había comenzado la propaganda del miedo, la destrucción de todo lo que no fuera a favor de sus intereses, sin reparar en falacias, ignominias y toda clase de falsedades, que presentasen a la II Republica Española como un argumento demoníaco encaminado a la destrucción de los “valores” de la civilización.

Cada avance, cada logro, cada paso hacia delante de la nueva y joven democracia, era ninguneado por los poderes fácticos con el único fin de desprestigiarla ante propios y extraños, había que minarla a toda costa, y cuando se promulgó la nueva constitución los ataques continuaron con más virulencia. El pueblo llano exigía un puesto, su puesto, en la nueva sociedad, y sus logros no resultaron gratuitos, todo lo contrario, en el primer año de vida del nuevo orden político social, los enfrentamientos con la fuerza publica produjeron 11 muertes entre la ciudadanía, -entre ellos una menor-, la cosa no iba a resultar fácil, y pocos lo creían, pero era un buen caldo de cultivo para la desidias de las enemigos de la republica, con cada contrariedad en el avance hacía el progreso ellos tenían un argumento más para seguir desacreditando la viabilidad del proyecto.

El primer año de funcionamiento de las nuevas instituciones, o mejor dicho de la forma de dirigirlas, se crearon en todo el estado el doble de escuelas de las que había a la caída de la monarquía, viendo que llevar conocimiento a las masas era un atentado a su supremacía, un ataque directo a la línea de flotación de sus intereses, ya que caso de desaparecer el analfabetismo en la geografía hispana, los obreros, peones agrícolas, mujeres y niños, podrían tener acceso a la educación y la cultura, desprestigiaron la Escuela Pública, -hoy siguen haciéndolo-, con el propósito de fomentar la enseñanza privada, que en aquella época estaba mayoritariamente en manos del clero, afín a sus intenciones desestabilizadoras.

Igualmente la Reforma Agraria, suponía otro descalabro para los terratenientes, los latifundios se veían amenazados por la misma y comenzó un ataque despiadado a los trabajadores del campo, respaldados estos por los sindicatos mayoritarios – en Andalucía la CNT predominaba sobre todos-, dedicándose “los amos” a contratar solo y exclusivamente a los que no tomaban parte de las reclamaciones de tierras. Quería seguir teniendo siervos a sus pies, pero la Edad Media había quedado más que sobrepasada.

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