Hemos terminado un año con sabor agridulce. Una vez alineados los astros que dirigen nuestras políticas y superado el periodo de prueba, el año que ha terminado y que algunos le hemos dicho adiós con las dos manos, ha sido a su vez para muchos un año de esperanza, de ilusión, creyendo que por fin el cambio prometido y merecido llegaría. Pero el merecido de los jienenses, una vez más, se ha quedado a medio camino, agravado en esta ocasión por la por fin denominada crisis, con su componente de pánico previsor y con su no menos importante componente real. Este año lo hemos cerrado igual que el pasado y que el anterior y que..... pero con el sobrepeso de la espera año tras año. No tenemos nada nuevo del Museo Íbero, ni de la Ciudad Sanitaria, ni de la de la Justicia, ni del tranvía, ni de la dinamización de los barrios, ni de la candidatura de la Catedral a Patrimonio de la Humanidad. Las instalaciones deportivas siguen sin abrirse, la presa del rio Eliche todo un culebrón; el trasporte urbano sigue siendo tercer mundista. En los últimos días se nos ha conocido por el número de inmigrantes que dormían en la calle, en contenedores en plena ola de frío (por cierto un OLÉ por IU y por tantos y tantos voluntarios anónimos). El alumbrado de Navidad cutre y carente de novedad, como siempre. La ciudad más sucia que nunca, pese a las promesas de los socios de gobierno, hasta los contenedores son insuficientes.... Pero pese a todo, los jienenses deberíamos no perder la esperanza, ni la ilusión. Sería un bombazo que fuésemos capaces de creer en nuestras fuerzas, que utilizásemos los instrumentos de los que nos hemos dotado para organizarnos y pedir, reclamar y exigir lo que es nuestro. Abogo por la movilización ciudadana, por la retirada de la pasividad, por el endurecimiento de las mesas de negociación entre colectivos y administraciones de manera que nada ni nadie nos limite y/o presione para impedir nuestras reclamaciones. La verdadera fuerza de Jaén la tenemos sus vecinos y vecinas, sus empresarios, sus colectivos. Una vez pasadas las elecciones, el equipo de gobierno se debe a todos los hombres y mujeres con independencia de haberlos o no votado, por lo que la exigencia de cada cosa que creamos legítima será asímismo legítima, máxime cuando está en el programa electoral de quienes gobiernan. Movilicémonos todos, reclamemos, exijamos.. y seguramente cuando cerremos el 2009, podremos hacer balance de nuestros éxitos, no de nuestras pretensiones y/o deseos que se quedaron en el camino, y entonces deberemos organizarnos para movilizarnos en agradecimiento a la eficacia del equipo de gobierno, con su/nuestra alcaldesa a la cabeza.