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Valencia

Un bombero en la zona cero: "Lo han perdido todo y tiran para delante"

Después de cinco días actuando en varias de las zonas afectadas, Soto se siente extenuado, pero reconoce que “es difícil desconectar”

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  • Efectivos del cuerpo de Bomberos y voluntarios. -

Cuesta imaginar una situación que estremezca a un bombero, pero la magnitud de la catástrofe de la dana en Valencia ha sorprendido a Esteban Soto, el oficial de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid que ha liderado el dispositivo enviado desde la capital para ayudar en los días posteriores a la tragedia, que se muestra impresionado de que quienes lo han perdido todo estén “tirando para delante” y ayudando a los demás.

Después de cinco días actuando en varias de las zonas afectadas, Soto se siente extenuado, pero reconoce en conversación con EFE que “es difícil desconectar” con el goteo continuo de información, la “intensidad” de lo vivido y las labores de coordinación con el equipo que le ha relevado en los últimos días.

“Cuando estás trabajando en una zona cero lo más difícil es hacer llegar el agua y los alimentos, pero es que eran los propios vecinos de la zona los que, con lo poco que les quedaba, se desplazaban andando hacia donde estábamos y nos daban de comer y beber”, relata.

Su grupo, conformado por 18 bomberos, siete miembros de Protección Civil, cuatro sanitarios y cuatro conductores para dos grúas de la EMT, fue activado a las ocho de la mañana del viernes 1 de noviembre, tres días después del desastre, a petición del Ayuntamiento de Valencia, que les requirió inicialmente para trabajar sobre el terreno en el barrio de La Torre, el único lugar del área metropolitana dañado por la dana.

Con todo preparado, el convoy -un todoterreno, una furgoneta y varios vehículos pesados- salió finalmente sobre las once de la mañana y, a su llegada a las tres de la tarde, sin enredos, comenzó con los primeros reconocimientos en colaboración con los bomberos valencianos.

“Una de las cosas que nos piden es que seamos autosuficientes en la medida de lo posible. Llevamos sanitarios para que nos den cobertura sanitaria a nosotros”, explica Soto, que señala que tras analizar sus propias necesidades, reclamó la presencia de tres bomberos más para los días posteriores.

En todo este tiempo, además, han recibido el apoyo de sus compañeros madrileños en la capital, que desde el puesto de mando del parque segundo han estado resolviendo cuestiones logísticas como los alojamientos, a los que Soto da mucha importancia, pues ve esencial mantener un buen descanso para dar un alto rendimiento posterior.

  Achicando agua y retirando coches las 24 horas del día

Durante los cinco días siempre ha habido un bombero madrileño achicando agua y moviendo coches. Actuaban con una mayor intensidad por el día y, cuando caía el sol, el grupo se iba a dormir y era relevado por otros operativos que, aunque relajaban el ritmo de sus actuaciones, no cesaban en sus labores.

Al poco de llegar, el equipo se dio cuenta de que la emergencia en el barrio de La Torre estaba “encauzada” el día siguiente, por lo que se ofrecieron, a través del Equipo de Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid (ERICAM), que trabaja estos días codo con codo con el Consorcio de Bomberos valenciano, para ser redistribuidos.

Así, parte de su equipo fue trasladado a los municipios de Sedaví y al centro comercial MN4 de Alfafar, donde continuaron con labores de achique, movimiento de cargas como vehículos y enseres de las calles y evaluación estructural de edificios, todo ello sin obviar la búsqueda de desaparecidos.

Ahora, el equipo que ha relevado al grupo de Soto, que cuenta con 34 bomberos, cuatro grúas y entre siete y diez personas entre sanitarios y conductores, continúa trabajando en el barrio de La Torre y en Alfafar, Benetússer y Paiporta, y comienza a hacer reconocimientos en municipios del norte de la provincia como Albal y Catarroja.

  Montañas de vehículos y pilas de enseres

Al equipo de Soto se le asignaban sectores que debían cubrir para llevar a cabo, fundamentalmente, labores de achique de agua, despejar vías obstaculizadas por vehículos o enseres de las casas y realizar evaluaciones estructurales en edificios y garajes anegados.

El plan estaba claro; el problema era llegar a las zonas de trabajo. “La dificultad era llegar a esas pilas y montañas de coches. Liberamos vías de acceso con las grúas de la EMT, sacamos los coches arrastrados de las bocas de los garajes, pusimos las bombas de agua y a achicar”, rememora.

“Teníamos prioridad en varios emplazamientos pero no encontramos víctimas. El problema en estos casos es que a mucha gente le pilló por la calle. Las rampas de garajes actuaron como succionadores”, comenta.

  La capacidad de superación de quienes lo han perdido todo

Después de décadas viendo “de todo”, Soto ha quedado sorprendido por la extensión de la catástrofe y los estragos causados a la población local, a la que reconoce su “capacidad de superación” ante el dolor y la incertidumbre. Una actitud que, en cierta manera, “compensa el drama”.

“Lo que más me ha impresionado es la extensión. Estoy acostumbrado a ver de todo, pero me ha sorprendido la magnitud geográfica de la catástrofe. Al mismo tiempo, encuentras a gente que vivía en bajos y que lo ha perdido todo, que no les queda nada, con una capacidad de superación tremenda. Gente que dice: ‘nos ha pasado esto, pero vamos a tirar hacia delante’”, recuerda.

Asegura, además, que la población de los pisos superiores, menos damnificada por las lluvias y riadas, se organiza todos los días para ayudar en todo lo posible y “hacer piña” con quienes lo han perdido todo.

Con todo, a pesar de regresar algo tocados anímicamente el pasado martes 5 de noviembre, los bomberos madrileños están “muy contentos” al sentirse “útiles” para mejorar la situación.

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