Así se refleja en el balance anual de siniestralidad vial hecho público ayer por el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, que reconoció que cada año es “más difícil” rebajar las víctimas de tráfico, después de un descenso del 57,5 por ciento en la última década.
Salvando las distancias, el ministro del Interior explicó que a las estadísticas de siniestralidad les pasa algo parecido a lo que ocurre con las dietas de adelgazamiento, en las que al principio se pierden muchos kilos y después “cuesta más”.
A pesar de esta ralentización, la mortalidad en las carreteras es la más baja desde 1963, cuando perdieron la vida 1.785 personas, con un parque de vehículos que no llegaba a los dos millones, cuando ahora circulan 31 millones de vehículos.
“Aquí no vale lo de que mejor tiempo pasado fue mejor, porque el pasado fue peor, mucho peor”, remarcó Rubalcaba, dijo que el objetivo del Gobierno no es mantener las actuales cifras, sino mejorarlas en el futuro.
Del total de víctimas mortales, 648 se produjeron por salidas de la vía, 632 por colisiones frontales o fronto-laterales, 126 por colisiones múltiples o alcances y 158 en atropellos.
Las carreteras más peligrosas siguen siendo las convencionales, con 1.331 fallecidos -un 56 por ciento menos que en 2003-, 294 en autovía -52 por ciento menos- y 105 en autopista,un descenso del 69 por ciento en siete años.