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Arcos

De casta le viene al galgo

El joven Juan Manuel Armario se estrena en la clínica de su padre como fisioterapeuta

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  • Juan Manuel Armario, entrevistado por Marcos López para 7TV. -

Nos acercamos al perfil profesional y humano de un joven que, como su padre, ha dirigido su vida laboral al ámbito sanitario, en su caso como fisioterapeuta. Se trata de Juan Manuel Armario (hijo), quien cursó durante cuatro años sus estudios en la madrileña Universidad Francisco de Vitoria. El primer año de carrera tuvo alguna que otra dificultad propia de la marcha del hogar, pero rápidamente se adaptó y culminó sus estudios con total normalidad, en ocasiones con alguna asignatura atragantada –admite–. Tuvo ocasión, además de realizó un máster del Dolor en la Universidad Europea, para posteriormente convertirse en experto en técnicas invasivas y neuromodulación. 

Juan Manuel se confiesa un admirador de su padre, al que solía toquetear el instrumental de la clínica familiar como una travesura infantil. Aunque siempre practicó deportes, fue en su adolescencia cuando comenzó a interesarse especialmente por el fútbol y, en segundo plano, por la gimnasia, naciendo ahí su vocación por la fisioterapia. Juan Manuel, en este sentido, dirige gran parte de su trabajo profesional a las patologías propias de las lesiones, a la adaptación al ejercicio y a la prevención de esas lesiones.

Desde hace un mes forma parte del equipo de la Clínica Juan Manuel Armario: Vida y Salud, que en realidad es una gran familia unida por la pasión sanitaria.


Su día a día en la clínica es “una locura”, pues intenta atender al mayor número posible de pacientes, a los que procura escuchar más allá de sus dolencias, por lo que en cierto modo actúa también de psicólogo. De hecho, el tiempo medio de un fisioterapeuta con un paciente es de una hora, con lo cual se crean irremediablemente vínculos afectivos y de confianza mutua. Juan Manuel considera que lo mejor de su trabajo es “no estar delante de un ordenador”. Le gusta el contacto directo con las personas y, en la medida de sus posibilidades, ayudarlas.

Antes de regresar a Arcos, una vez terminados los estudios realizó prácticas en una residencia de mayores en la que llegó a estar ingresada la gran Carmen Sevilla, luego en Sanitas y después en el hospital de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid (considerado durante años el mejor hospital español). En este centro trabajó en una unidad de accidentes de tráfico, donde recuerda con gran emoción el caso de una persona que estuvo a punto de perder las dos piernas pero que finalmente salió adelante.

Como especialidades, en principio se inclinó por la terapia manual en el tratamiento del dolor, aconsejado en este sentido por su padre que también es especialista en este ámbito. Luego, por la fisioterapia invasiva que aporta nuevas técnicas a través de una pequeña punción en el cuerpo, una especie de acupuntura. También figura la llamada neuromodulación, que consiste en este caso en pinchar un nervio, darle corriente de baja frecuencia y así estimular o aliviar el dolor. En esa batalla contra el malestar físico que siempre ha mantenido en vilo a la sanidad, también dispone en su clínica de un EPI, una máquina suficientemente probada y con resultados excelentes que aporta electrolisis percutánea mediante la introducción de corriente que ayuda a acortar los tiempos de los tratamientos y a la recuperación del tejido.

En el terreno deportivo, Juan Manuel defiende su papel como fisioterapeuta, pues es fundamental conocer cómo se ha producido la lesión en el deportista y trabajar ejercicios específicos para que la lesión no se vuelva a producir. Su tarea se fundamenta en la confianza como profesional.

Hombre familiar, y ya casado, se plantea formar parte del proyecto futuro de la clínica de su padre, con el aumento del personal y la creación de nuevos y avanzados servicios.

 

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