El Consejo de Gobierno ha acordado inscribir la alfarería de la provincia de Jaén como Bien de Interés Cultural (BIC) con la tipología de Actividad de Interés Etnológico. Se ha hecho a instancias de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte para que así quede recogido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico (Cgpha).
Esta modalidad de producción cultural cuenta con una tradición milenaria en el territorio jiennense y se transmite de generación en generación. En la provincia de Jaén, las primeras evidencias materiales de producción alfarera son las de la cerámica cardial asociada a la economía neolítica inicial, presente en dos
cavidades de las sierras orientales, la Cueva del Nacimiento, en Pontones, y Valdecuevas, en Cazorla.
En la actualidad, esta actividad constituye una importante expresión del patrimonio cultural en la provincia de Jaén, tanto por su relación con los fundamentos teóricos y conceptuales como por su inclusión como patrimonio etnológico en el marco legal y normativo, tal y como ha indicado la Junta de Andalucía en un comunicado.
Seis municipios jiennenses cuentan con presencia de producción alfarera: Alcalá la Real, Andújar, Arjonilla, Baeza, Bailén y Úbeda.
La alfarería forma parte de la cotidianeidad en la Península Ibérica desde hace aproximadamente ocho mil años, habiendo sido utilizada para tareas funcionales vinculadas a la supervivencia y para garantizar su reafirmación como colectivo.
Se trata de un referente simbólico que forma parte del patrimonio etnológico de Andalucía en una triple dimensión. Por un lado, es un referente por los espacios inmuebles vinculados, lugares como talleres u otras instalaciones. En segundo lugar, destacan como objetos manufacturados, herramientas y otros utensilios. Por último, es de utilidad proteger como actividades de interés etnológico los conocimientos y saberes, procesos de producción y culturas del trabajo que se asocian a la alfarería en la provincia.
El expediente de inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz también valora la alfarería como actividad potencialmente sostenible. Así, es sostenible de forma ambiental, económica, social y política en los términos que expresa la Carta
de la Tierra de la conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro en el año 1992.
La tradición alfarera en la provincia de Jaén cuenta con numerosos vestigios arqueológicos. En Andújar, destacan los alfares íbero-romanos de Isturgi en la pedanía de Los Villares, que fue un gran centro productor de la llamada 'terra sigillata', en los
siglos I y II de nuestra era. Se caracterizaba por su color rojo y llegó a través de la cuenca del Guadalquivir al norte de África y Mauritania.
En Baeza, por su parte, han aparecido restos cerámicos prehistóricos en diferentes localizaciones. Los más representativos son el poblado de la Fuente de la Piedra, Puente del Obispo, Estación
de Begíjar, Puente de Mazuecos y el conjunto histórico del Cerro de Alcázar.
En la localidad de Arjonilla se da cuenta de este saber acumulado desde la Edad de Bronce en los restos encontrados en Cerro Venate, que se corresponden con la cultura campaniforme de vasos acampanados, de color rojizo o marrón-rojizo, decorados con bandas horizontales, incisión de temas geométricos o rayados.
Por último, en el Fuero de Úbeda, concedido poco después de la conquista cristiana en 1233, ya se hace mención a los trabajos de tejeros y olleros, los que hacen tejas y ollas, regulando los precios y características que deben tener estos materiales.