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Impacto brutal de la covid persistente: el 10 por ciento de afectados ha perdido el empleo

Casi dos millones de españoles padecen covid persistente y, de ellos, 600.000 lo sufren desde hace más de tres años

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  • Paciente con covid. -

Casi dos millones de españoles padecen covid persistente y, de ellos, 600.000 lo sufren desde hace más de tres años. El impacto de la enfermedad en el ámbito laboral es brutal: el 27% está de baja laboral, el 19% trabaja con "muchísimas limitaciones" y un 10% ha perdido su empleo.

Y es que solo el 15,6% de los afectados por covid persistente trabaja en condiciones de normalidad "lo que quiere decir que la alteración funcional es muy importante y la merma de la calidad de vida, también", explica en una entrevista a Efe la coordinadora del grupo de covid persistente y vicepresidenta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Pilar Rodríguez Ledo.

Estos resultados proceden de una encuesta realizada por la SEMG entre octubre de 2022 y enero de 2023 sobre una muestra de 1.122 pacientes con varios meses de sintomatología, de los que 942 fueron validados con covid persistente.

El 78% de los pacientes que contestaron la encuesta eran mujeres, la media de edad 47 años y la horquilla de tiempo de afectación oscila entre los tres años y los 200 días.

Aunque se observa que la covid persistente evoluciona a un ritmo menor que al principio, el 10% de los contagiados desarrolla la enfermedad.

Rodríguez Ledo, que esta tarde será elegida nueva presidenta de la SEMG, recuerda que los síntomas de la covid persistente afectan a cualquier parte del organismo. Hay síntomas mayoritarios como la astenia o un cansancio intenso como nunca antes había tenido el paciente, y los que aquejan al área neurocognitiva: déficit de concentración, niebla mental, cefalea, dolores osteomusculares, sintomatología del aparato cardiovascular, respiratorio y digestivo.

UN 12% NO PUEDE REALIZAR SU ASEO PERSONAL

Según la encuesta, el grado de discapacidad aumenta hasta seis puntos en comparación con su situación antes de desarrollar la enfermedad. En una escala de 1 a 10 donde el diez es discapacidad máxima, la media es 6,1 partiendo de un 0,7 antes del contagio. El sondeo también revela que el 2,9% ha conseguido la incapacidad permanente.

Un 12% no puede realizar su aseo personal o lo hace con muchísimo esfuerzo y un 50% tampoco puede hacerse cargo de las labores del hogar o requiere para ello de un esfuerzo ímprobo.

Rodríguez Ledo también comenta que la encuesta revela que se trata de una población que antes de padecer el covid persistente no padecía patologías o si las tenía era en la misma proporción que el resto de ciudadanos.

Preguntados por el estado de salud, los resultados muestran una pérdida de cuatro puntos, de un 8,5 sobre 10 antes de la covid persistente a un 3,9, en la actualidad. Y más de la mitad, el 56%, no ha podido retomar el ocio del que disfrutaba.

SOLO UNO DE CADA TRES SE SIENTE APOYADO EN EL ÁMBITO LABORAL

La encuesta también ahonda en las redes de apoyo. El 71,6% reconoce contar con el respaldo de familia y un 57,8% afirma tener el sostén de los amigos, pero cuando se trata del ámbito laboral, solo el 33,4% estima que tiene el soporte de su trabajo.

Rodríguez Ledo constata que es el espacio laboral el que más problemas genera, "y dónde más tienen que pelear los pacientes".

La covid persistente dañó también las relaciones personales y la media puntúa con un 8 el deterioro sufrido cuando 10 es la peor nota posible.

Otro de los aspectos que revela la encuesta es que los pacientes puntúan al médico de familia como el profesional que les ofrece más apoyo y mejor seguimiento hace de su enfermedad, seguido del internista y del psicólogo.

Y es que las unidades de covid persistente que fueron creadas para atender las secuelas agudas graves han cerrado, una vez que la pandemia ha ido remitiendo.

Con estos resultados, Rodríguez Ledo apela a hacer una reflexión para que estas personas puedan seguir con su vida. Que la covid persistente se convierta en una enfermedad crónica, dice, "sería el mal menor, si somos capaces de ofrecer un tratamiento para controlar los síntomas".

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