Se suele decir que todo el mundo nace con un don. También se comenta que algunas personas consiguen desarrollarlo mientras que otras, la mayoría, se van de este mundo sin enterarse de esa circunstancia. No sé si esta leyenda es cierta o no, pero sí que estoy seguro de una gran evidencia de la raza humana.
Cuando salimos del vientre de nuestras madres, portamos en los genes una serie de valores para que, con el devenir de los días, cada cual se encargue de transformarlos en virtudes o defectos, ya que, por suerte o por desgracia, todo el mundo no es igual.
De entre todos esos valores, uno de mis favoritos es el de la sencillez, que se suele asociar mucho con la normalidad, aunque yo no pienso que sea exactamente así. Es más, estoy convencido de que es una virtud sensacional, pero nada fácil de encontrar, ya que no está tan extendida como debería.
He tenido la suerte de conocer a varias personas que, a lo largo de su vida, han sido catedráticos de la sencillez. A una de esas personas, quiero dedicarle el artículo de este periódico.
Dentro de pocos días, volverán a nuestras calles las procesiones de Semana Santa. Entre ellas, con su característica solemnidad, saldrán el Santísimo Cristo del Amor y María Santísima de la Paz. Sin embargo, este año, harán su recorrido con la ausencia del que fue, durante muchos años, Hermano Mayor de la Cofradía y uno de los Hermanos Fundadores de esta Hermandad. Se trata de Juan Picazo, una gran persona que, durante su vida, se distinguió por ser portador de Paz y postularse para servir, con mucho Amor, a todo lo que estuviese relacionado con el pueblo de Barbate.
Creo que todo el mundo, independientemente de sus ideas religiosas, es consciente de la importante labor humanitaria que realiza Cáritas a la hora de ayudar a los más necesitados. Por supuesto, formando parte de esa ayuda, como presidente de esa ONG, Juan estuvo siempre que pudo en primera línea.
Son innumerables los ejemplos de colaboración de este ciudadano en cualquier evento que tuviese que ver con su pueblo. Me consta, porque he coincidido con él en muchas ocasiones que asistía, cada vez que le era posible, a cualquier acto cultural de la localidad. Así pues, no exagero lo más mínimo a la hora de afirmar que con Juan Picazo se ha ido también un importante baluarte de nuestra localidad.
Barbateño universal, pienso que el mejor título que se le puede otorgar es, sobre todo, el de BUENA PERSONA.
Desde estas páginas, como persona relacionada con la Cultura de Barbate, me parecía totalmente necesario este pequeño homenaje en agradecimiento a tu impagable labor. Gracias eternas Juan.
