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Tambucho y Emparrillao

La Inspiración

Divinas sensaciones resbalaban por mi piel haciéndome estremecer y rizándome los vellos. Era algo muy especial y fuera de lo común...

Publicado: 23/04/2022 ·
19:29
· Actualizado: 23/04/2022 · 19:29
  • Vista parcial del Parque Natural de La Breña. -
Autor

Manuel Varo Pérez “Ica”

Autor que cantara a su pueblo por carnavales y escribiera parte de su historia en Barbate Información, Trafalgar Información y Viva Barbate

Tambucho y Emparrillao

Narrador empedernido de un paraíso llamado Barbate, donde la naturaleza se distingue por su belleza

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La inspiración es el acto de ingresar aire a través de la nariz hacia los pulmones, o al estímulo interior para la creación de la que decía el genial Picasso: “Cuando llega la inspiración tiene que encontrarte trabajando”. Humildemente no sé cómo llamar a esos momentos en que mi mente estaba perfectamente aliada con los temas que deseaba desarrollar. Cuando esto ocurría, la fluidez era indescriptible y todo confluía con una rapidez asombrosa; era como si todo lo demás se hubiera desvanecido y sólo estábamos yo y mis pensamientos.

Cuando se daban estas circunstancias, las ideas preconcebidas iban tomando forma con agilidad y dinamismo; experimentaba sensaciones extraordinarias, la sensibilidad era absoluta y desgranaba con facilidad letras y rimas. Todo resultaba más fácil. Imágenes y palabras parecían que se apresuraban en ponerse a mi servicio y, en ocasiones, ni yo mismo sabía el por qué de tan maravillosa predisposición. Lo que escribía se alineaba en perfecta organización. Hasta aquellas letras perezosas y borrosas que en ocasiones parecían de “taquígrafo con taquicardia”, se convertían clarividentes y precisas. Presentía como se acoplaba a la preconcebida estructura que ya de antemano había prediseñado. No era como otras veces que me perdía en el limbo de la desesperanza y la frustración. Sentía como veloces neuronas configuraban aquello que deseaba. Cada letra, cada palabra, cada estrofa, se doblegaban sin vacilación, con naturalidad y precisión para encajar en un puzzle mágico. En mi caso, para crear pasodobles, cuplés y estribillos, popurrís, artículos…

Divinas sensaciones resbalaban por mi piel haciéndome estremecer y rizándome los vellos. Era algo muy especial y fuera de lo común. Parecía que el alma quedaba tranquila y relajada, convirtiéndose en un tránsito dulce y apacible cada vez que acababa cualquier trabajo. Era un gozo especial ¡Que más hubiera querido sentir estas mismas sensaciones cada vez que me enfrentaba al blanco inmaculado de una cuartilla!, ahora el teclado de mi ordenador.

No siempre era igual, creo recordar que estas maravillosas sensaciones solían ocurrir los días que habían transcurrido con tranquilidad, sin prisas, sin disputa ni acaloramientos.

Así que procuraba aprovechar esos momentos de benignidad para abrir la llave del ceniciento cofrecito de las ideas, y si tenía la suerte que de la nada se creara ese pensamiento que aún no tenía cuerpo ni forma –como la quilla que esperaba a los ‘carpinteros de ribera’ para que sobre ella crearan la estructura de la más bella traíña–,  miraba nerviosamente todas las cosas que me rodeaban, intentando descubrir aquello que diera solución a mis pensamientos, o cerraba los ojos para concentrarme.

Si tenía la suerte de aquel griego cuando dijo eureka, ponía mis cinco sentidos al servicio de lo extraordinario, y como un autómata que recibe órdenes invisibles me ponía manos a la obra. Y eso que sólo se trataba de hacer una sencilla letra de carnaval, o como ahora un artículo para el Viva Barbate. Que no sentirán esos grandes autores, poetas y pensadores, cuando entran en trance con esta bendita sensación a la que ellos llaman INSPIRACIÓN.

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