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Cádiz

Ya se siente en Catedral el estruendo de la gloria

Apartado don Carnal de la Cuaresma, las cofradías deberían aprovecharse y vivirla como si no hubiera un mañana

Publicidad AiPublicidad AiAndaluc�a Informaci�nPublicidad Ai
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  • Cádiz debe aprovechar para vivir la Cuaresma como si no hubiera un mañana, sin Carnaval y tras lo más duro de la pandemia. -

Algo flota en el ambiente desde que la carroza de su majestad el Rey Baltasar se perdiera por la Cuesta de las Calesas, que desprende aromas de Dios y de la Santísima Virgen por nuestras calles y plazas. Como un viento de esperanza, una suave brisa marinera que anuncia que en solo 90 días, Cristo Rey de la Paz le devolverá el sentido de su nombre a la ciudad más bonita de Occidente.

¿Se imaginan como será ese momento? Es probable que ese 10 de abril (Domingo de Ramos) sea uno de los días más esperados en décadas por nuestra Andalucía cofrade. Porque, en lo tocante a la ciudad de Cádiz, no cabe duda de que la vuelta a la religiosidad popular en tiempos de gloria haya sido extraordinaria.

Pero no nos engañemos, Cádiz para lo que realmente pone su calendario a contar es para que las puertas de San José se abran y la primera Cruz de Guía marque la senda del fin de la pandemia, echando a andar, camino del centro, a una legión de capirotes al son de cornetas y tambores.

En este año en el que don Carnal se ha apartado de la Cuaresma, porque anda enfrascado en cien mil polémicas con el Ayuntamiento y el medio centenar de asociaciones que organizan su gran fiesta de febrero, las cofradías deberían aprovecharse y vivir la Cuaresma como si no hubiera un mañana.

Adelantar repartos de túnicas, el montaje de la Carrera Oficial, sacar los viacrucis de los viernes a la calle y prolongar la actividad de bandas, ensayos de cuadrillas, traslados de pasos a sus iglesias etc. Dicho de otra forma, vivir la Cuaresma como la viven en el resto de capitales andaluzas, sin que un pasacalle ilegal de Carnaval te chafe los planes.

Será por ese mes de febrero vacante que ese duende que solo sentimos los que amamos la Semana Mayor ya se palpa en el ambiente. Es pasar por Palillero y notar como los naranjos estiran sus ramas con el olor de la naranja bisoña; pisar la calle Cobos y notar la ilusión de un Consejo que necesita desquitarse de dos años coartado; cruzar el umbral de Santa María y sentir el escalofrío de la fe trepar por las piernas…

Es un año idílico para el recuentro con la esencia de esta fiesta que nos legaron nuestros antepasados. Es hora de dejar los memes del osito de marras y empeñarse en que nuestra ciudad salga en la tele y en la prensa nacional por lo bien que hace y siente sus cosas.

Que se entere el turismo de cómo Cádiz prepara su museo sacro y andante con obras de Montes de Oca, Pimentel o Alonso Cano; que se enteren en Roma de cómo las manos atadas de Medinaceli son capaces de congregar a miles de personas en un solo día y que sepa la mismísima Real Academia de la Lengua que esta es la fiesta a la que le escribieron Pemán, Montero Galvache o José Manuel García Gómez.

Preparemos arrojo la Semana Santa con más personalidad de Occidente, que solo faltan noventa días y ya se siente en Catedral el estruendo de la gloria.

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