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Sábado 20/04/2024  

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Seis consejos para escoger una dieta que sea saludable

Los estilos de vida poco saludables basados en el sedentarismo o el abuso de comidas ultraprocesadas pueden tener un grave impacto

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Los estilos de vida poco saludables basados en el sedentarismo o el abuso de comidas ultraprocesadas pueden tener un grave impacto sobre nuestra salud pero, también, sobre nuestro aspecto. No obstante, también existen otros factores que pueden motivar este tipo de circunstancias y que no dependen de nosotros como, por ejemplo, aquellos que responden a consideraciones genéticas. Buscar una buena dieta para adelgazar que no nos exponga a ningún tipo de riesgo en materia de salud se torna fundamental. Si estás buscando una dieta para bajar de peso, toma nota. A continuación te damos algunos consejos para identificar la más apropiada.

La importancia del aporte calórico

Una dieta para perder peso que sea saludable debe estar adaptada a las necesidades de cada persona en términos de aporte calórico. Para ello, es importante tener en cuenta parámetros como su actividad física diaria.

No debemos pasar por algo que el exceso calórico puede derivar en un incremento del peso corporal y, en consecuencia, multiplicar los riesgos de que se desarrollen problemas de salud como la obesidad. En este sentido, es importante tener en cuenta cuáles pueden ser los efectos del plan nutricional escogido, pues algunas dietas hipocalóricas pueden representar el déficits de ciertos nutrientes que, de alargarse en el tiempo, pueden propiciar una respuesta inmunitaria más limitada con lo que ello implica.

No desestimes el poder de las frutas y verduras

De acuerdo a las prescripciones de la OMS, el consumo de frutas y verduras constituye un requisito imprescindible si de lo que se trata es de adoptar hábitos nutricionales saludables. Los alimentos que forman parte de estas categorías proporcionan grandes aportaciones, no sólo en términos de vitaminas, minerales o fibra, sino también en sustancias antioxidantes. Lo más recomendable es garantizar la ingesta de aproximadamente cinco raciones diarias, preferentemente, dos de verduras distribuidas durante la comida y la cena y tres de frutas. Para mejorar nuestra respuesta inmune deberemos conceder especial atención a aquellos componentes que sean ricos en vitaminas del complejo B, selenio, folletos o flavonoides.

Las legumbres son fundamentales

A pesar de que las recomendaciones de la OMS recomiendan su consumo en, al menos, dos días a la semana, lo cierto es que las legumbres tienden a quedar en un segundo plano dentro de las rutinas alimentarias de muchas personas. Es esencial vigilar su presencia dentro de nuestro planes nutricionales porque representan una gran riqueza en concepto de proteínas, hidratos de carbono, minerales, vitaminas o fibra. Aunque tal y como ocurre con alimentos de otras categorías sus rasgos y potencialidades varían en función de la variante, por lo general su composición es considerablemente rica en componentes tan importantes como la vitamina B1, B2, calcio, potasio, fósforo, hierro, magnesio o ácido fólico.

Agrega aceite de oliva, frutos secos, semillas

Uno de los componentes nutricionales más relevantes para nuestra salud es la vitamina E así como las grasas cardiosaludables. Para obtener acceso a una dosificación recomendable es aconsejable recurrir a alimentos como las almendras, las avellanas, las pipas de girasol y calabaza, el germen de trigo o el aceite de oliva.

Uno de los principales puntos fuertes de la vitamina E es su potencial para prevenir el desarrollo de enfermedades de naturaleza degenerativa, así como la estimulación de la producción de células T y, en consecuencia, de agentes defensivos. De igual modo, los frutos secos constituyen una invaluable fuente de componentes como el cinc o los folletos, directamente vinculados con el desarrollo y conservación del sistema inmunológico.

Minimiza el consumo de carne

Si echamos un vistazo al marco de una alimentación saludable, la presencia de la carne queda restringida a unmáximo de entre tres y cuatro veces por semana. Además, las carnes rojas deben quedar limitadas a momentos ocasionales, así como las carnes procesadas. De acuerdo con la información divulgada por la Organización Mundial de la Salud, el consumo excesivo de este tipo de alimentos puede incrementar las probabilidades de sufrir algunos tipos de cáncer a largo plazo, por lo que llevar un seguimiento al respecto constituye una medida esencial para garantizar nuestro bienestar.

Lleva un seguimiento del tipo y cantidad de grasa presente en tu dieta

Mantener a raya las grasas se convierte en algo crucial, especialmente si de lo que se trata es de adoptar unos hábitos de consumo orientados a la pérdida de peso. Además, aquellas grasas que se consideran más saludables deben adquirir mayor presencia en nuestros menús, como, por ejemplo, las monoinsaturadas que podemos localizar en el aceite de oliva o aguacate o las poliinsaturadas que están presentes dentro del pescado azul y algunos tipos de frutos secos.

Por otro lado, es importante que comencemos a reducir tanto como sea posible la ingesta de grasas saturadas presentes en alimentos muy procesados, así como en embutidos y lácteos como la mantequilla o la nata. Además, minimizar la ingesta de alimentos ricos en grasas trans o grasa hidrogenada presente en bollería industrial, helados o snacks se torna perentorio.

 

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