La ropa no huele a incienso y los programas de mano se quedaron en las imprentas. En las paredes del centro no se dibujan sombras de capirotes ni cruces y sobre el empedrado de las calles se echan en falta restos de pétalos y cera.
La tarde cae sobre una ciudad dormida. Los bolsillos están huérfanos de estampas y los zapatos de las ocasiones siguen donde siempre, inmaculados.
Por Tornería y Rafael Rivero apenas cruza presuroso algún vecino provisto de mascarilla. Los bares están cerrados. Nadie mira el reloj ni escucha la radio.
Por la plaza Plateros no van y vienen pandillas de adolescentes que recién acaban de conquistar la libertad a sus padres.
No parece Domingo de Ramos. No parece domingo. Nada se parece a nada.
La primavera no ha llegado este año a Jerez. La cruz de guía de los hermanos Buzón se ha quedado en casa, y con ella los pequeños portadores de palmas que anuncian la entrada triunfal de Cristo Rey en esta Jerusalén del sur.
Túnicas y antifaces siguen en clausura. Esta vez no llegaron siquiera a presidir los dormitorios que acunan sueños e ilusiones.
La consulta de las predicciones meteorológicas se convirtió en mero entretenimiento casero. Amaneció luminoso este 5 de abril, como siempre se había soñado. Luego se nubló a ratos, apareció una brisa molesta..., pero esos detalles no importaban a nadie.
En muchos balcones se escuchó 'Pasan los campanilleros' a la una de la tarde, siguiendo la invitación del Consejo local de la Unión de Hermandades.
Ese fue el 'Resistiré' de miles de cofrades confinados en casa, apenas la única ocasión del día para celebrar el final de una cuenta atrás que no ha llevado a ninguna parte.
En la capilla de la escuela de San José se ofició a mediodía la tradicional misa de palmas, a puerta cerrada y emitida en directo a través de 7 TV.
La televisión se convirtió en el vehículo que permitió a los jerezanos el reencuentro visual con las imágenes que debían haber procesionado este Domingo de Ramos. Ante ellas se postró a lo largo de la tarde el obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, en una soledad casi absoluta.
El prelado también ofició la misa en la Catedral, sin presencia de fieles. Finalizada la eucaristía se acercó a la portada principal del templo con el Santísimo Sacramento para bendecir al pueblo de Jerez. La imagen fue distribuida por las redes sociales del propio Obispado.
La última Semana Santa huérfana de cofradías en la calle fue la de 1936, con un calendario calcado al de 2020. Tanto que el Domingo de Ramos también caía en 5 de abril.
A las ocho de la tarde suenan aplausos desde los balcones. Parecen cada vez más tímidos. La realidad se ha impuesto a la curiosidad inicial.
De algunos balcones cuelgan reposteros y palmas deseosos de saludar la presencia de cofradías que no van a llegar.
Quedan 355 días para el Domingo de Ramos de 2021. Y ese es el único consuelo que queda. La realidad ha postergado cualquier atisbo de ilusión.