Habría que matizar mucho por qué la plazoleta de las Vacas no se va a usar más como centro neurálgico del Carnaval de La Isla, y al decir matizar se admite que puede haber razonamientos suficientes para acabar de un plumazo con una tradición que lo que necesita son mimos y no zancadillas como las que les están poniendo desde hace muchos años. A priori, ni aunque el entorno pasara a formar parte del castillo de San Romualdo restaurado (que esa es otra más de las muchas que hay en la ciudad) podría convertirse en suelo vetado a los ciudadanos que deseen celebrar sus manifestaciones culturales, que no otras que no deben hacerse ni en suelo noble ni innoble y por tal motivo han de estar castigadas. Ahora bien, si lo que se pretende es encorsetar ese espacio público en aras de algo que posible y no necesariamente debe ser más importante que el uso público de una plaza tradicional en el mundo carnavalesco, bueno sería poner ambos razonamientos en balanza.