15 años sin Marta

Publicado: 25/01/2024
Autor

Miguel Andréu

Miguel Andréu es comunicador y escritor. Actualmente, director de Andréu Comunicación

El Jueves

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Cada año la familia Del Castillo Casanueva revive el calvario de la noche en la que Marta desapareció, para no aparecer jamás...
Cada año la familia Del Castillo Casanueva revive el calvario de la noche en la que Marta desapareció, para no aparecer jamás. Y cada año se producen las manifestaciones para pedir que no se cese en la búsqueda del cuerpo de la joven.

Apuntan, imagino que en su dolor y desesperación, a la justicia. Confieso que yo haría lo mismo, aunque también es necesario parar y reflexionar. Es fácil si no se está en la piel de los padres, de sus tíos y de su incasable abuelo. Por eso, escribir sobre este asunto siempre resulta cuanto menos difícil.

No es un secreto decir que Carcaño, Samuel, el Cuco, el hermano de Carcaño y probablemente su pareja saben más, mucho más, de lo que han contado. Incluso intuyo que otras personas que ni tan siquiera se han sentado en el banquillo, saben mucho más que la propia policía, los jueces y por supuesto cualquiera de nosotros. Pero no es caso ni el momento de señalar a otros con el dedo. Las conciencias, las de todos, se ocupan de eso.

Marta del Castillo desapareció y hasta ahí ha llegado una historia jalonada de muchas aristas que han supuesto, cada una de ellas, un sufrimiento para los suyos. No me cabe ni la más mínima duda que tanto la policía como los jueces han hecho todo lo que estaba en sus manos, pero ni aún así el cuerpo de Marta ha aparecido. ¿Se podía haber hecho más? Creo que no, aunque sí pienso que todo se debiera haber hecho con más diligencia. La lentitud ha sido la mayor aliada de los culpables (léase asesinos, colaboradores y encubridores) de este caso: desdela tramitación de la denuncia y el comienzo de la búsqueda aquella misma noche, hasta lo último que se ha ejecutado, que ha sido el examen técnico del móvil de Miguel Carcaño. Y ahí, en ese punto, es donde creo que la justicia española falla, donde tiene su Talón de Aquiles. No culpemos a la presunción de inocencia (la cual también todos ponemos en alguna ocasión en duda) y sí lo hagamos, en mi corto entender, en la burocracia judicial que frena todo o casi todo. En caso de que se hubieran tomado medidas con una mayor celeridad, quizás estaríamos hablando ahora de otra forma.

Queda el dolor de una familia, y queda para siempre. Un dolor que solo puede ser aliviado en parte con la aparición del cuerpo de la joven: que tengan los suyos el consuelo de ofrecerle una sepultura digna.

Y quedan también las conciencias, si las tienen, de todos los implicados, a los que habría que seguir preguntándoles siempre, cada día de su vida, lo que todos nos preguntamos: ¿dónde está el cuerpo de Marta?

 

 

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