Un hombre de 49 años fue condenado por la Sección algecireña de la Audiencia Provincial a la pena de 14 años de cárcel por agredir sexualmente y violar a su hijastra durante un periodo aproximado de seis años.

Los hechos tuvieron lugar dentro del intervalo situado entre 1997 y 2006 en el que la madre de la víctima y su agresor convivieron en el domicilio de ella. A partir de 2000-2001, cuando la niña tenía entre ocho y nueve años, comenzaron los abusos, que según el testimonio de la menor tuvieron lugar varias veces por semana, incluso con una periodicidad diaria, en ocasiones.

En base a las declaraciones de la menor, estas agresiones tenían lugar aprovechando las ausencias de la madre, que trabajaba de noche, y que también faltaba del hogar familiar para cuidar a otra de sus hijas, enferma en el hospital.

Según aparece detallado en la sentencia, las agresiones tuvieron lugar principalmente en el hogar familiar, si bien también se registraron en la vivienda de los padres del acusado y en un establecimiento comercial de Gibraltar en el que trabajaba el hermano del violador.

Uno de los testigos que acudió al juicio era un amigo de la infancia de la víctima, quien, siendo también menor de edad, fue testigo de varios episodios sospechosos de constituir abusos sexuales. En una ocasión, el niño viajaba con la víctima y su agresor en el coche “para comprar churros” en un establecimiento de La Línea. El menor se quedó dormido, y, al parecer, el violador aprovechó para ponerse encima de la víctima. Al despertarse, el niño los sorprendió forcejeando.

En otra ocasión, los sorprendió en la cama matrimonial del padrastro y su mujer. En esa misma cama, el violador habría reconocido a su víctima, en alguna ocasión, que lo que hacía estaba mal.

Según el testimonio de la niña, su agresor le coaccionaba para que no dijera nada diciendo que quemaría su casa o que abandonaría a su madre, dejándolos en una precaria situación económica.

Además de la pena impuesta, la Sección VII ha impuesto una indemnización de 60.000 euros para la víctima, que ahora es mayor de edad, y le prohibe estar a menos de 500 metros de ella y verla durante los próximos 10 años.