Juan Sebastián Elcano tardó menos tiempo en completar la primera vuelta al mundo que el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda en hacer unas simples obras. Esta afirmación, tan tajante como real, no la firma el que escribe; lo hizo la propia alcaldesa de la ciudad antes de tomar el bastón de mando.
Acaba de cumplirse un año desde que finalizó la rehabilitación del conocido como Castillito de Bajo de Guía. Un proyecto del que empecé a oír hablar siendo un niño y cuya redacción no llegó a licitarse hasta septiembre de 2020, en plena celebración de la efeméride.
Dos años después de que finalizara el aniversario de la expedición, la que quiso ser sede permanente del V Centenario de la Circunnavegación aún permanece cerrada. Solo un pequeño grupo de afortunados pudo disfrutar de este edificio durante un fin de semana a las puertas de las pasadas elecciones.
Nada ha cambiado desde entonces. El edificio permanece sin alma, sin mobiliario ni utilidad. Su coste superó con creces los
dos millones de euros y ahora la acumulación de basura, la falta de mantenimiento y el deterioro de parte de la fachada comienzan a ser notables. Una inversión por supuesto necesaria para un Castillito llamado a ser uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, de aspecto imponente y ubicado en el mejor enclave posible.
Una buena inversión, sin duda, de no ser porque sigue tal y como estaba. Ahora luce bonito, sí, pero cerrado a cal y canto.
El barco de la Circunnavegación pasó por Sanlúcar como pasan las plantas que ruedan por el desierto. Más allá del impacto que tuvo la capitalidad gastronómica, pocos ciudadanos de a pie recuerdan a estas alturas aquella hazaña de la que fuimos grandes protagonistas. Con el paso del tiempo uno se da cuenta, más todavía si cabe, del papel que jugó la sociedad civil en la difusión de la gesta histórica.
La falta de infraestructuras y de un proyecto institucional sólido hacen cada vez más difícil dar continuidad a una efeméride en la que sí han visto oportunidades otras ciudades cercanas.
El Castillito de Bajo de Guía es el ejemplo perfecto del
“síndrome de Montpensier”, el de la dejadez que contagia a todo aquel que se instala en palacio y que incendia cualquier papel lleno de promesas. Capítulo aparte merece el parque mirador del V Centenario, en su día anunciado a los cuatro vientos, y que lleva varios meses dando dolores de cabeza a sus vecinos. Desde la distancia y la prudencia he venido observando la evolución de esta
rara avis de Gobierno local, hasta ahora más centrado en apagar fuegos y en enmendar lo anterior -incluso lo que funcionaba-,
que en resolver los problemas reales de la ciudad.
Efectivamente,
Juan Sebastián Elcano tardó menos en obtener aquel escudo de armas que rezaba “
primus circumdedisti me” que los sanluqueños en poder disfrutar de un paseo sin el miedo al adoquín levantado. Puedo comprender que, a la hora de priorizar, el Castillito esté a la cola. Pero viendo el panorama, a veces me planteo si realmente existen prioridades para
una ciudad en la que nada parece avanzar más allá del tiempo y de la suciedad acumulada en sus calles.