Cuando Doñana era tan sólo un brazo de mar, cuando quedó convertido en lago ya se marcaba su futuro inmediatamente anterior a la actualidad: Doñana se ha mantenido porque no era zona útil para cultivo. El agua superficial, desalinizada con el tiempo por el empuje del Guadalquivir y sus afluentes, dejaba espacio al matorral, a las marismas y a las dunas móviles, únicas en Europa, que aún persisten gracias a no haberse construido la especulativa carretera costera. El mínimo espesor del agua superficial la imposibilita para riego, más aún cuando, por decisión inexplicable del Gobierno de Rajoy se procedió a desecarla y canalizarla para arrojarla al mar. Mayor absurdo no se ha conocido, si es que se puede llamar absurdo al crimen.
La segunda capa de agua, más profunda, procede de filtraciones desde el Atlántico y es, por tanto, salada. Una tercera capa, un acuífero mayor que los anteriores, descansa en un equilibrio difícil que hasta hoy, por fortuna, ha podido mantenerse. De esa tercera capa, el acuífero Niebla-Posadas, el más extenso de Andalucía, del que brotan los ríos de media Comunidad, es de dónde extraen el agua para riego en la zona de El Condado y limítrofes. Un verdadero peligro para Doñana y para toda Andalucía, pues los materiales que dividen las tres capas de agua son frágiles, se han formado por sedimentación, son tierra de aluvión por lo que ellos sostienen las capas de agua y las tres capas de agua sostienen a esos materiales.
Habrá sido torpeza, exceso de confianza o mala intención, sostener que extraer agua del acuífero no perjudica a los otros dos manantiales. Sabido es que, al ser las capas freáticas inferiores el sostén de las superiores, una falla en alguna de ellas produciría una catástrofe sin precedentes que haría inservible para riegos y para consumo humano más de la mitad del agua de Andalucía. Una falla en alguna de las capas inferiores podría provocar su hundimiento, con el resultado de que las tres se mezclen y el agua se salinice. No sería solamente el fin de Doñana, sería también el de los cultivos que hoy aprovechan el acuífero para su riego.
Ni torpeza, ni exceso de confianza ni, mucho menos mala intención, podrían justificar un desastre de esta magnitud y de estas características. Doñana está en peligro. Y por la limpieza del aire procedente de las marismas, está en peligro toda Andalucía. Por eso es doblemente peligroso que en su día se procediera a privarla del agua superficial, principal medio de vida del Parque. El riesgo de salinización del acuífero Niebla-Posadas en de más alcance todavía, es un riesgo aún mayor que nadie, ninguna Administración tiene derecho a permitir, ni ningún regante derecho a exigir. Porque la desaparición de Doñana puede constituir la pérdida de la vida vegetal y animal en toda su área. La proliferación de pozos y la legalización de los ilegales supone un consumo de agua exagerado que podría tener estas consecuencias catastróficas en las que nadie debería querer tener el mínimo de responsabilidad.