Ocurrió el pasado año. Un vecino de la urbanización Cabo de Trafalgar fallecía tras sufrir un ataque cardíaco. En estos casos, tal y como señalan los expertos, cada minuto cuenta. De hecho, un estudio reciente expone cómo el número de muertes aumenta de manera constante y rápida cuanto mayor es el tiempo que transcurre hasta que son tratados y demuestra que con cada 10 minutos de retraso en el tratamiento desemboca en 3,3 muertes adicionales.
Y claro, hablamos de una urbanización como la de Cabo de Trafalgar, aislada entre las pedanías de Zahora y Los Caños de Meca, ambas con claras deficiencias en cuanto a módulos sanitarios y donde, como mínimo, la ambulancia tarda en llegar unos 20 minutos en el mejor de los casos.
Ante esta situación, la Asociación de Vecinos Cabo de Trafalgar, lejos de esperar que la solución les llegue desde las administraciones públicas, ha decidido intervenir por su cuenta. Para ello, dentro de la urbanización se han instalado dos desfibriladores, equidistantes entre ellos, uno en el centro geométrico de la misma y otro un poco más al fondo. Concretamente, uno en la calle Poniente y el otro en la Calle Bajamar, esquina con Rompeolas.
El secretario de la Junta Directiva de la asociación, Francisco Vega, explica que “el pasado año sufrimos la pérdida de un asociado, un amigo y familiar mío”. Tras dicho luctuoso suceso, “mi hija me sugirió la idea de instalar desfibriladores” que ayudasen, en un momento dado, a auxiliar al paciente en espera de la llegada de los profesionales sanitarios. Porque, recordemos, cada minuto cuenta.
Vega trasladó la sugerencia al presidente del colectivo vecinal, Ernesto Carmona, a quien “si le das una idea buena y que sirva la colaborar con los vecinos, se lanza de cabeza. De hecho, a los pocos días ya tenía varios presupuestos sobre la mesa”.
Cursillos para su uso
Tras unas primeras gestiones, alcanzaron un acuerdo con una empresa para adquirir ambos aparatos mediante un sistema de ‘renting’ y ya hoy están instalados en las citadas calles de la urbanización.
Junto a dichas adquisiciones, hasta catorce vecinos han realizado un cursillo de aprendizaje sobre el uso de los desfibriladores, “aunque hay previstos más cursos de formación”, sobre todo dirigido a los más jóvenes.
Vega espera que “esto sea como con los bomberos, que no haya que usarlo”, pero más vale prevenir que lamentar, e insiste en que “la idea es de los vecinos, quienes asumen todo el coste”, aunque “evidentemente hemos dado cuenta a los distintos estamentos y administraciones púbicas para que sepan que están aquí, por si en algún momento nos tienen que llamar por algún suceso en la playa o en la zona que va desde Los Caños a Zahora… están a disposición para cualquier ciudadano que lo necesite”.
Los desfibriladores permanecen dentro de unas cajas adosadas a la pared. Están bloqueados porque, lamentablemente “siempre hay quienes no piensan en los demás”, y así se evita que los dañen o los roben. Dentro de las cajas también hay un libro de instrucciones y un pequeño botiquín”.
El equipo que se ha adquirido es de última generación. De hecho, “él mismo hace todo el proceso”. Así, lo primero que hay que hacer, claro está, es llamar a Emergencias… “y mientras llegan, hay un proceso de reanimación que deben llevar a cabo entre dos vecinos. En el transcurso de dicho proceso se coloca el desfibrilador y éste indica, hablando, si hay que actuar o no”. Ambos aparatos sirven para ser usados tanto en personas adultas como en bebés, mediante unos adaptadores que incorporan.
Deficiencias sanitarias
Vega recuerda que “como máximo solo hay dos ambulancias disponibles en la zona de Barbate que puedan acudir aquí a pesar de que la población, en momentos puntuales como el verano y otras épocas del año, se multiplica por cinco”, y “con que haya un accidente, como un corte en un pie, ya no pueden dejar ese servicio como es lógico, con lo que estamos muy expuestos”.
Él ha vivido ya dos casos muy cercanos… “uno con mi mujer, que al final no ocurrió nada pero la ambulancia tardó 42 minutos en llegar. El otro con mi cuñado, que falleció. La ambulancia tardó 25 minutos”. Y aunque no parece mucho tiempo, recuerden que cada minuto cuenta en casos como los ataques al corazón.
Los números, el tiempo y la distancia es la que es. Desde Barbate hasta Caños son 14 minutos si no hay contratiempos, como los atascos en verano. Luego otros seis para llegar a la urbanización, cinco para entrar, aparcar y demás, ya son 25 minutos “que son vitales”.
Ahora, mientras llega la ambulancia, se puede llamar al número que aparece en la página web de la asociación e inmediatamente los dos vecinos que estén más cerca de los desfibriladores actuarán. “Deben ser dos porque el proceso de reanimación es agotador”.
Normalmente hay unos 250 vecinos, que son más de 1.000 en verano, solo en dicha urbanización, sin contar el resto de Zahora y Caños. A pesar de ello, “no hay servicios médicos en la zona, excepto el módulo que se instala en verano en Las Lajas, que no cuenta con médico, y los servicios de socorrismo”.
“Esta zona ha crecido muy por encima de la inversión pública, que como siempre, va por detrás de las necesidades ciudadanas”, concluye Vega.
Proceso de regularización
Pero la instalación de ambos desfibriladores es solo una muestra de la forma de actuar de dicha asociación. Es una pequeña victoria dentro de la gran batalla que mantienen por lograr regularizar toda la urbanización.
Ernesto Carmona, presidente de la Asociación de Vecinos Cabo de Trafalgar, primero insiste en que “los desfibriladores están disponibles para todos los vecinos de la urbanización, pero también para los vecinos de Caños y Zahora”.
En cuanto al proceso urbanístico de la zona, Carmona explica que “esta urbanización tiene el sentido común de saber que todas las viviendas que hay son irregulares, pero todos los vecinos están por la labor de regularizarlas de acuerdo al decreto 3/19 de la Junta”.
Al respecto, “hemos presentado unos 17 expedientes para obtener el AFO (Asimilado Fuera de Ordenación), y tenemos preparados otros 80 que están en espera de ver las respuestas a los primeros”.
De hecho, “a día de hoy, el único que tenemos aprobado es el mío, pero a principios de año el Ayuntamiento se comprometió a sacar otros tres o cuatro más, pero vemos que el proceso es muy lento”.
Su filosofía es la de “colaborar. Siempre estamos colaborando con el Consistorio en todo lo que nos piden”.
Ahora cuentan además con una modificación puntual del PGOU aprobada inicialmente en el pasado pleno del 17 de diciembre, la cual ya ha sido trasladada a Ordenación del Territorio de la Junta. El objetivo no es otro que “lograr que el suelo sea Urbano para seguir el proceso de urbanización como la mejora del saneamiento y la telefonía”.
En cuanto al agua potable, “la instalación está desde hace dos años tras unas obras que concluyeron en diciembre de 2019 y que fueron costeadas por todos los vecinos”. A pesar de ello, “yo soy el único vecino que tiene agua, el resto aún no porque no tienen el AFO”.
Y el AFO cuesta dinero, hay que homologar y certificar los depósitos estancos, realizar un estudio técnico de viabilidad de la vivienda… lo que conlleva un gasto medio de unos diez mil euros… “pero nosotros estamos dispuestos a hacerlo, pero no queremos presentarlos todos por la lentitud” de la administración”.
Y pone como ejemplo su caso. El 6 de junio Carmona obtuvo el AFO y ese mismo día se fue a Aqualia para iniciar el proceso para la obtención del agua potable… tras muchas tramitaciones, incluso contactando con la empresa en Madrid, finalmente la instalación de agua le llegó en diciembre de este pasado año.
Mientras tanto, todos los vecinos de la zona se abastecen a través de los pozos que obtienen agua de los acuíferos de la zona. A pesar de ello, el agua no se puede beber y cada año que pasa dichos acuíferos soportan una mayor presión y se salinizan.
Carmona cree que “si el Ayuntamiento pone de su parte y los vecinos se dan cuenta de que los AFO sí se están otorgando, la urbanización al completo podría estar regularizada en un año”. Por eso esperan que “el Consistorio colabore un poco más y agilice los trámites” porque “nuestro objetivo es que esta urbanización sea un modelo para Barbate, así de claro lo digo”.