“Color de mucho tiempo”, dice nuestro poeta Antonio Murciano en unos de sus versos navideños dirigiéndose al pelo de una mujer. Color de mucho tiempo es, por ejemplo, el amarillo ajado de las viejas fotografías, que hemos dado en adjetivar de “amarillento”, o el “raído” de algunos azules, derrotados por el sol y el tiempo. Pero ¿cómo se puede imprimir en el tiempo, cómo dejar huella pictórica en una materia fungible como el tiempo?
Durán, sin duda nuestro pintor local más inquieto, se atreve ahora en esta exposición que va a decorar las paredes de la sala ‘Víctor Marín’ durante todo diciembre y hasta el ocho de enero. Experto grabador, curtido en el tórculo y los linóleos, nos presenta una colección de grabados donde podemos apreciar eso que venimos tratando de explicar: el color pasado por el tiempo. Si Juan Ramón Jiménez nos dejó grabado aquello de “la luz con el tiempo dentro”, podemos parafrasearlo diciendo que Durán nos entrega en estos grabados “el color con el tiempo dentro”.
Y dentro del tiempo nos entrega su más honda melancolía de pintor solitario, de corredor de fondo de la pintura, enfrentado constantemente a la luz que se escapa y al color que, como decimos, envejece y se amustia como una rosa.