En su 40 aniversario el carnaval de Málaga destaca por ser el punto de fricción entre la Málaga oficial y el real sentir de la barriada
En su 40 aniversario el carnaval de Málaga destaca por ser el punto de fricción entre la Málaga oficial y el real sentir de la barriada. En la final del Teatro Cervantes las comparsas y murgas acorralaban a los munícipes con sus puyas y cuplés de hartazgo. La sombra alargada de la infografía enmascarada rondaba por el paraíso de grúa en este febrerillo demente.
Un mes que marcea como liebre ennortada jugando al ajedrez . Nos plantean sobre el tablero urbanístico más torres que peones de la construcción. Nos ponen en jaque. Esto es Málaga y aquí hay que especular. A mí con que me liberen del rascapingas del puerto, el mojón palace, la gran logia del cristasol, doy por amortizado el esfuerzo por preservar la fachada litoral y el asalto a las enaguas de los montes. Qué hace falta más espacio para oficinas , viviendas y equipamientos ciudadanos es cierto y también es de cojón - manda huevos,- que los precios de la vivienda y el alquiler sean estratosféricos. Que anhelamos jugar a los singapurines , pues venga desbarre libre. Somos carne de chirigota. A ver si cuela en estos días agendados con el entierro de boquerón, el miércoles de proyectos incinerantes y al fondo la cuaresma.
Tendremos que rogar a las alturas edificables lo de “nuestro cielo será enladrillado ¿Quién lo desenladrillará?” Así es nuestro destino: insoportable como un buey en la solapa.