Ben Harper, fiel a su estilo, ha vuelto a reinventarse a sí mismo con un nuevo trabajo, White Lies for Dark Times, en el que cede el protagonismo a la banda de rock fundada para la ocasión, Relentless 7, y que toma el relevo a The innocent criminals, que acompañaron al músico californiano en su última gira y disco. Harper es uno más dentro de Relentless 7, voz y guitarra de un cuarteto en el que encontramos al guitarrista Jason Mozersky, al bajista Jesse Ingals y al batería Jordan Richardson. El objetivo: reivindicar el rock de finales de los sesenta y abrir nuevos caminos musicales de cara al futuro. No puedo aventurarme a asegurar que lo han conseguido, pero resulta indudable el talento de su cabeza de familia para seguir haciendo música, evitando caer en la repetición y en el aburrimiento, y logrando que ningún disco tenga que ver con el anterior.
La relación de Harper con el trío junto al que ha creado Relentless 7 se remonta al año 2005, cuando los invitó a participar en la grabación de Serve your soul, uno de los temas del doble album Both sides of the gun. En realidad, a quien había invitado era a Mozersky, pero éste llegó acompañado al estudio de dos amigos (Ingals y Richardson) con los que terminó de grabar el tema y junto a los que empezó a comentar opciones de futuras colaboraciones.
El reencuentro tuvo lugar el pasado verano, para el que tomaron como punto de partida la misión de volver a reproducir la química registrada en la sesíón de tres años atrás. El resultado es el de un músico con un bagaje y formación espectacular que se crece con la aportación de una banda consciente de la necesidad por reivindicar la intensidad de sus interpretaciones -la batería de Richardson suena con un ritmo y una precisión fantástica-. Para hacer más auténtica la experiencia, el cuarteto se ha limitado a presentar su sonido en pequeños clubes y, además, han realizado una edición especial en vinilo del disco.
Dicen que con este trabajo la historia del rock moderno puede volver a reescribirse. Creo que es algo exagerado, aunque no la incansable contribución de Ben Harper al panorama musical norteamericano, cuyas huellas han quedado impresas a cada paso que ha dado a lo largo de más de una década.