Lubina y cerveza eran los únicos requisitos para hacer los dos platos del III concurso de jóvenes cocineros celebrado ayer en la Escuela de Hostelería
La imaginación era el arma más potente a la hora de enfrentarse al III concurso nacional de jóvenes cocineros que se celebró ayer en la Escuela de Hostelería y en la que cuatro jerezanos de esta escuela competían con otros 55 concursantes pertenecientes a las provincias de Cádiz, Sevilla, Jaén y Huelva. En esta ocasión los recursos que compartieron todos fue lubina y cerveza, y con estos dos ingredientes e imaginación, cada joven cocinero, menor de 26 años, debía realizar dos platos para lo que tenía un máximo de cuatro horas, en la que el jurado valoró sobre todo el gusto del plato, la presentación, la originalidad de la receta así como la destreza en la cocina. La expectación en la Escuela de Hostelería fue máxima, sobre todo entre los propios alumnos, que pudieron seguir, prácticamente, paso a paso, el proceso de elaboración de cada uno de los platos hasta su presentación oficial ante el jurado, que durante toda la mañana, estuvieron degustando los distintos platos que se fueron confeccionado de formas originales y con una presentación de lo más variopinta. Los momentos de nerviosismo no faltaron entre estos jóvenes, aunque pequeñas indicaciones de profesores hicieron que al final los jerezanos dejaran el pabellón muy alto, de hecho, uno de ellos, Guillermo Pérez, fue galardonado con el tercer premio con 250 euros, mientras que el primer premio fue a parar a Rafael Jesús Bernal Acuña del instituto Arroyo Hondo de Rota con una dotación económica de 600 euros y el segundo premio a Roberto Díaz Delgado del Hotel Fair Play Golf de Benalup de Sidonia con 400 euros. La preocupación de los cocineros, en todo momento, era elaborar un plato al gusto de un jurado experto. Por ello, la higiene y limpieza tanto en la forma de presentar los platos como la propia limpieza del cocinero eran requisitos fundamentales. Para algunos era su primera vez y eso se hacía más evidente a la hora de ganar seguridad y tranquilidad mientras estaban otros, eran ya unos expertos y se expresaban perfectamente en su explicación del plato como en el “controlado” nerviosismo que mostraron a la hora de hacer frente a una cámara de video y a una decena de alumnos que observaban cada movimiento de estos jóvenes. Satisfacción y sobre todo un buen paladar fueron lo que sintieron los miembros del jurado que se mostraron más que contentos por la calidad de los platos confeccionados ayer.