Los comercios de la calle Luna, en pleno centro de la ciudad, también acusan la crisis, y los que no han caído antes por la dura competencia lo hacen ahora por el problema de la falta de clientes y el menor poder adquisitivo que presentan los que aún quedan.
Sin duda, y como en otras zonas de la ciudad, el mayor problema parece que lo tienen las tiendas de todo a cien, que sí que se ven obligadas a cerrar sus puertas de cara al público porque la competencia que suponen los bazares chinos, sobre todo por la amplia variedad que presentan, hace que el ciudadano cambie sus preferencias. Así, han sido varios los establecimientos de este tipo los que han abandonado el sector, quedando tan sólo uno en la vía citada.
Pero el lugar tampoco parece bueno para establecimientos clásicos, tradicionales y únicos en la materia como era la última tienda de música que había en la ciudad, Musical J.M, pero sí resiste una de las pocas barberías, y de prestigio, que aún se conservan. Tampoco han aguantado, en la parte baja de la calle Luna, algunos bares nuevos que no han podido con el tirón que tienen otros de tanta reputación y consolidación.
Principalmente esta calle se erige como cuna de entidades bancarias y cajas de ahorro, por lo tanto, la mayoría de los locales y oficinas están ocupadas por las mismas, que ven como baja el número de visitas de sus clientes, pero no en exceso la cifra de éstos, ya que es imprescindible para la vida diaria tener alguna relación, por poca que sea, con el banco.
En general, se han apostado en la misma establecimientos básicos como farmacias (habiendo tres), tiendas de zapatos (cuatro), una tienda de ultramarinos también tradicional y que cuenta con más de cien años de antigüedad, pero también de inmobiliarias que aguantan a duras penas la recesión del mercado de la vivienda, así como distintas compañías de teléfono.
Según los propios empresarios, es una zona muy buena para la ubicación de una tienda, puesto que es lugar de paso de mucha gente, sobre todo por la ubicación estratégica de las entidades bancarias. Así, el último tramo de la vía, la que linda con el parque Calderón, puede ser la más afectada, pero en cambio por la zona de la Placilla, la concurrencia de gente es bastante buena, algo que los propietarios de los negocios agradecen. “Por las mañanas sobre todo es una zona muy buena, hay mucha gente transitando por aquí”, indican. Pero en cambio, lo bueno que trae la mañana lo contrarresta la tarde, ya que el centro se queda “muerto literalmente. Yo creo que los propios ciudadanos no venimos por el miedo que hay, no hay gente y por supuesto no hay seguridad. Yo pienso que los empresarios deben plantear al Ayuntamiento que contrate a más policías para que vigilen la zona o bien seguridad privada”, entiende Encarna Sánchez, una asidua del centro, tanto para hacer sus compras del hogar como para ocupar su tiempo de ocio. “Entiendo que la gente se quiera ir a las grandes superficies, porque hay muchos más servicios, pero yo conozco los establecimientos que regento y a las personas que los llevan, y la calidad no la cambio por nada”, insiste.
No levanta cabeza
Otra calle donde los establecimientos cambian mucho, excepto aquellos que han sabido mantenerse, como alguna charcutería, la tienda de chucherías, algún bar, una tienda de ropa tradicional y poco más, es Vicario. Al parecer, los empresarios no encuentran la fórmula para que el negocio perdure en el tiempo. Sin ir más lejos, en la esquina con la calle Ganado, desde hace años existía un solar, que provenía de una antigua zapatería, y por fin, y después de muchas propuestas, se ha acabado instalando una gran perfumería, después eso sí, de que cerrara otra en la esquina contraria y que era también de las de toda la vida.