Sorprendente final a la Semana Santa más atípica que se recuerda
El Cristo salió victorioso de su desafío al mal tiempo
Era muy difícil vaticinar que la Semana Santa de 2011 acabaría de la forma en que lo hizo: con el Cristo de la Expiración paseando en solitario por las calles de Jerez en la tarde y noche de Viernes Santo más bonancible que se recuerda. Y es que en apenas unas horas se sucedieron una serie de acontecimientos caprichosos que fueron consumiendo la Semana Santa más atípica de los últimos años.
Después de lo vivido en la tarde del Jueves Santo, mucho tenía que cambiar la climatología para que las hermandades de la Madrugada decidieran echarse a la calle. En efecto, la meteorología cambió de manera sustancial, pero para elevar al grado de temporal lo que hasta entonces no pasaban de ser “chubascos dispersos”.
Los partes no podían arrojar más luz al dilema, por cuanto eran los continuos aguaceros los que fueron invitando a las distintas juntas de gobierno a adoptar la única decisión posible. Las estaciones de penitencia se fueron suspendiendo en cadena, celebrándose distintos actos internos en el interior de las sedes de las cinco cofradías de la Madrugada del Viernes Santo.
La mañana -con el Nazareno, el Cristo de la Buena Muerte y la Esperanza en casa- no fue mucho más favorable. Por la ciudad se había extendido ya la sensación de que la Semana Santa había tocado a su fin, y que apenas quedaba ya esperar a que las juntas de gobierno fueran anunciando las esperadas decisiones conforme llegaran las horas previstas para el inicio de las respectivas salidas procesionales.
Las Viñas y La Expiración debían ser las primeras en mover ficha. En ambos casos hicieron uso de la hora de margen que ofrece el Consejo para adoptar sus determinaciones definitivas. En el primer caso se optó por no salir, que parecía lo lógico. En el segundo, sin embargo, se decidió tomar camino de la Carrera Oficial acortando el itinerario. De este modo, se suprimió el paso de la cofradía por la Plazuela y la calle Sol, para buscar la Corredera por Cruz Vieja y Pedro Alonso.
La decisión adoptada en San Telmo no contagió a las juntas de gobierno del Loreto, La Soledad y La Piedad, que prefirieron guiarse por los partes meteorológicos y no por la mera intuición. Fue así como el Cristo de la Expiración y María Santísima del Valle quedaron como protagonistas únicos de la jornada del Viernes Santo.
Además, y por si fuera poco, desapareció el molesto viento de estos últimos días, lo que permitió que la candelería de la Virgen del Valle luciera en su total plenitud. Ni siquiera apareció el frío tan característico de la noche del Viernes Santo.
La Hermandad del Cristo de la Expiración llegó a recrearse en la suerte, como convencida de que la mirada desafiante del crucificado que tallara Juan Luis Vasallo había logrado vencer a los elementos. La sorpresa llegó cuando el propio hermano mayor, Antonio Yesa, reconoció ante los micrófonos de Onda Jerez que la cofradía había solicitado al Cabildo Catedral refugiarse en el primer templo diocesano. Sorpresa porque la cofradía salió de su templo con riesgo de lluvia y porque, además, no había aligerado su marcha en ningún momento en previsión de que los partes meteorológicos pudieran dar al traste con su aventura.
De hecho, y una vez que supo que se le cerraban las puertas de la Catedral, el cortejo tampoco avanzó diligente en busca de la ermita de San Telmo, como prueba el hecho de que no recuperó ni un minuto a pesar de haber acortado su itinerario de regreso.
Después de lo vivido en la tarde del Jueves Santo, mucho tenía que cambiar la climatología para que las hermandades de la Madrugada decidieran echarse a la calle. En efecto, la meteorología cambió de manera sustancial, pero para elevar al grado de temporal lo que hasta entonces no pasaban de ser “chubascos dispersos”.
Los partes no podían arrojar más luz al dilema, por cuanto eran los continuos aguaceros los que fueron invitando a las distintas juntas de gobierno a adoptar la única decisión posible. Las estaciones de penitencia se fueron suspendiendo en cadena, celebrándose distintos actos internos en el interior de las sedes de las cinco cofradías de la Madrugada del Viernes Santo.
La mañana -con el Nazareno, el Cristo de la Buena Muerte y la Esperanza en casa- no fue mucho más favorable. Por la ciudad se había extendido ya la sensación de que la Semana Santa había tocado a su fin, y que apenas quedaba ya esperar a que las juntas de gobierno fueran anunciando las esperadas decisiones conforme llegaran las horas previstas para el inicio de las respectivas salidas procesionales.
Las Viñas y La Expiración debían ser las primeras en mover ficha. En ambos casos hicieron uso de la hora de margen que ofrece el Consejo para adoptar sus determinaciones definitivas. En el primer caso se optó por no salir, que parecía lo lógico. En el segundo, sin embargo, se decidió tomar camino de la Carrera Oficial acortando el itinerario. De este modo, se suprimió el paso de la cofradía por la Plazuela y la calle Sol, para buscar la Corredera por Cruz Vieja y Pedro Alonso.
La decisión adoptada en San Telmo no contagió a las juntas de gobierno del Loreto, La Soledad y La Piedad, que prefirieron guiarse por los partes meteorológicos y no por la mera intuición. Fue así como el Cristo de la Expiración y María Santísima del Valle quedaron como protagonistas únicos de la jornada del Viernes Santo.
Además, y por si fuera poco, desapareció el molesto viento de estos últimos días, lo que permitió que la candelería de la Virgen del Valle luciera en su total plenitud. Ni siquiera apareció el frío tan característico de la noche del Viernes Santo.
La Hermandad del Cristo de la Expiración llegó a recrearse en la suerte, como convencida de que la mirada desafiante del crucificado que tallara Juan Luis Vasallo había logrado vencer a los elementos. La sorpresa llegó cuando el propio hermano mayor, Antonio Yesa, reconoció ante los micrófonos de Onda Jerez que la cofradía había solicitado al Cabildo Catedral refugiarse en el primer templo diocesano. Sorpresa porque la cofradía salió de su templo con riesgo de lluvia y porque, además, no había aligerado su marcha en ningún momento en previsión de que los partes meteorológicos pudieran dar al traste con su aventura.
De hecho, y una vez que supo que se le cerraban las puertas de la Catedral, el cortejo tampoco avanzó diligente en busca de la ermita de San Telmo, como prueba el hecho de que no recuperó ni un minuto a pesar de haber acortado su itinerario de regreso.
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