Una de estas noches, más bien tarde noche, en las que se encuentra una pareja de músicos, con sus guitarras, dando un show rodeado de un grupo de fans que admiran el trabajo musical que se les ofrece, cantando las canciones que se saben de memoria. Hasta aquí algo, no usual, pero nada extraordinario. Sin embargo cuando la edad media de los músicos supera con creces los 60 y la edad media de los fans no baja de 45, cabe preguntarse por el fenómeno que se observa. Escuchan los temas impregnados de blues con una musicalidad amable y desenfadada. Unas letras bien medidas, rítmicamente elaboradas, que combinan y alternan conceptos elegidos para describir con pocas palabras situaciones de la vida cotidiana. Sentimientos de encuentros y abandonos, más abandonos que encuentros y el anhelo de encontrar lo que le falta. Surgen canciones detrás de canciones, algún que otro gags jocoso, complicidad entre protagonistas, para amenizar un repertorio, muy cuidado, muy medido, con dos parodias originales inspiradas en el burlador de Sevilla, cuya autoría se adjudica un tal Santi de Molina o los amantes de Verona, donde hace calor en verano, con claras referencias a sexos perdidos o pasiones olvidadas. Eso sí, como un enfoque anti-machista como corresponde a esta época que ansía la igualdad entre géneros. Mujeres, más que hombres, sin que se puedan diferenciar todos los géneros. Risas, complicidad jubilosa, naturalidad comunicativa. Falta mencionar que además de las dos guitarras, se reproducen vocalmente sonidos de trompetas que, unas veces mejor que otras, contribuyen al realce de los temas. Por allí andaba alguien recogiendo firmas contra la subida del 12,5% y era tal la sintonía que faltaron papeles para tanto empeño en dejar la rubrica y sumarse al clamor que sin pretenderlo acuñaba un slogan conocido “basta ya de tanto estrujar al pueblo”. Digno, más que digno, exquisito trabajo musical que exponen por la cara, nunca mejor dicho, en vivo y en directo dos extraordinarios seres, Santi Vargas y Ángel Expósito. Más de una persona queda “pasmada” ante tanto ingenio, experimentando el encontrarse en esta bendita tierra de genios y figura, sentirse ser de “aquí”, se haya nacido o no, porque aquí pasa la vida. La más amable posible, rodeado de duendes con forma humana, mediadores del blues, el vals,… con acordes increíbles y punteos con sabor a Mark Knopfler, que acercan a las mortales gentes al olimpo de la belleza y el arte, haciéndoles olvidar, siquiera por un instante, el gris oscuro de la imposición cotidiana ¡otra vez con los impuestos! El día anterior en el mismo instante que se podían contemplar las maravillas visuales de Marga Guinea en Alcultura, estas dos lumbreras musicales en Palmones presentaron, ¡se olvidaba!, la última novela de Santi Vargas, “Las 9 muertes de Segismundo Varela”. Al día siguiente en “Leonora”, en la popular calle Alta de antaño, oficialmente Juan Morrison, entre copas, cañas y montaditos, estos dos músicos compartían su arte con quienes allí disfrutaban. Y casi al final la propuesta coral de un himno dedicado a Tarifa. Una composición que reivindica la Tarifa de siempre y que añora el equilibrio entre la modernidad y la tradición. Un canto a “Dio salve a Tariffa. Dio salve esta cittá… Qui Alonso Pérez di Guzmán defienda di nuevo esta Piazza”. Y en ese estío bullicioso de propios y no tanto “un viejo les mira cansatti e mira al cielo e suspira rezandi a to le santi e a la virgen de la LÚ para que prontitto si vaya il verano”. Un tema con referencias y claves que sólo se pueden interpretar desde esta tierra del sur del sur, porque como decía Santi Vargas, esto en Burgos es incomprensible. Y volviendo al título de este texto la realidad de estos momentos parece confirmar que habiendo de todo, al revés, falta de todo mientras la vida pasa. Y sí, ese tiempo compartido ayuda a vivir, entre guerras, destrucciones, controversias, traiciones… Después, más allá de un dúo de modernos trovadores, que le cantan a la vida, al amor y a la verdad, la tozuda realidad, la enmarañada cotidianidad, acaba imponiéndose. Y nadie llama a las gentes a participar coralmente, como en el show, para desenredarla. A cada cual, en su intimidad, le resulta imposible el hacerlo, sumergido en contradictorias informaciones que proyectan pretendidos medios de comunicación “objetivos”. Un lio mediático que trasmiten a las audiencias lo que el título del tema musical avanza, que aunque hay de todo, falta de todo y al revés” Fdo Rafael Fenoy