Podemos asegurar que Jerez de la Frontera es una
ciudad rociera, en tanto en cuanto presume de ocupar el decimosexto puesto en la larga lista de hermandades filiales a la Pontificia, Real e Ilustre
Hermandad Matriz de Almonte, y de gozar de una nómina censada de
2300 hermanos hoy día, además de otros tantos miles devotos en la fe a la Blanca Paloma.
Se va acercando el mes de mayo y una vez que ha pasado la Semana Santa, a los que
nos conmueve la romería, nos comienza a temblar el estómago como si tuviéramos un puñado de mariposillas revoloteando, fruto de las ganas de revivir unas emociones que, como tanto se reitera, cada año son distintas.
Este 2023 será más especial si cabe para la
Peña Rociera El Pastorcito Divino que celebra sus cincuenta años de fundación. Escribir esta anterior oración cuesta muy poco, casi segundos, pero en ella volcamos toda la sentimentalidad y admiración que puede caberle. Sin ánimo de entrar en desgranar la historia de esta entidad referente para todos los rocieros de la ciudad, sí que quería aprovechar el espacio que me brinda este medio para
aplaudir a todos y cada uno de los integrantes de la peña, sin hacer diferencias de unos y otros aunque todos saben por quienes pierdo el
sentío.
Es preciso recordar que esta corporación se fundó en los últimos años de la dictadura franquista, por lo que obviamente no fueron fáciles sus orígenes en tiempos de convulsión social y moral. Por entonces, por contextualizar y para que vean qué nivel de importancia tiene la efeméride, solo existía una peña flamenca en la ciudad que era Los Cernícalos. El resto aún no había nacido.
El Rocío tampoco se vivía como en la actualidad, y no lo digo porque yo tenga la experiencia de esa época porque no lo viví pero sí se puede llegar a conocer gracias a las publicaciones tanto escritas como fotográficas que nos sirven de testimonios fidedignos. Entonces, un grupo de amigos se reunieron y le dieron más brillo a la Virgen porque pocos como ellos y ellas para acercarse a la Reina de las Marismas a través de la oración, del rezo y la gracia.
Algunos de los que estaban en aquella época originaria ya viven en la memoria de los rocieros históricos, pero
la gran mayoría sigue reuniéndose en torno a la Virgen cada Pentecostés y eso es lo verdaderamente destacable, pues no siempre, aunque se mantengan los nombres de las peñas, siguen formando parte de las mismas los que iniciaron el camino.
Lo que hace a esta peña, El Pastorcito Divino, aún más grande es su alto grado de compromiso con los valores que ha de tener un buen rociero, lo que la Virgen siempre mostró a su Hijo.
El amor al prójimo es tan palpable como generoso. Todo el que llegue a la casa, en la actualidad y desde hace años situada en calle Bellavista, siempre tendrá algo que llevarse a la boca y, sobre todo, el calor de cada uno de sus miembros. La fe brota en cada rincón, en cada momento… pero es una fe envuelta en la celebración porque
El Rocío es la Gloria y eso merece compás. ¡Cuánto soniquete por sevillanas, por bulerías, por rumbas! He vivido tan buenos momentos con esta peña que me considero uno más, salvando las distancias y con el debido respeto. Pero, ¿quién no se siente como en casa cuando llega a El Pastorcito Divino? Desde El Pali, el trovador de Sevilla, hasta Juana Reina, madrina de la peña, a Rocío Jurado, pasando por María José Santiago y La Chati, o todos los artistas de Jerez que desembocan en las arenas soñadas. El sábado, cuando entra la Real Hermandad de Jerez para presentarse un año más, aquello es la apoteosis. El domingo rezan la Salve y la liturgia se convierte en una auténtica catequesis con la solemnidad y el sabor que solo ellos saben mostrar.
Cualquier paso que den es sonado porque no lo pretenden sino que sucede de forma natural y esa es la clave. Y concluyo dándole las gracias a los amigos de esta peña por marcarnos el camino a los más jóvenes que vemos en ellos el ejemplo vivo de quienes se toman la romería como un acercamiento jubiloso a la Virgen y a su Hijo, y con estos versos que les dedico con toda humildad:
“Cada mayo en primavera
desde este Jerez bendito
surcan marismas y cotos
los tamboriles y pitos
cincuenta años de fe
cinco décadas de un hito
Bodas de Oro de ensueño
en la historia queda escrito
Y con mi cordón morado
rezo y proclamo en un grito
¡Viva la Blanca Paloma
Y El Pastorcito Divino!”