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Barbate

¡Que les corten la cabeza!

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Qué buena gente son los barbateños y las barbateñas! Lo digo en serio. Son tan buena gente que tengo la impresión que los políticos y las administraciones públicas lo saben y lo tienen muy en cuenta a la hora de reírse del pueblo… porque, eso lo tengo claro, se ríen de nosotros, se ríen del pueblo. En el mundo hay unos doscientos países y sólo cuatro cuentan con una tasa de paro superior a la de Barbate, es decir, una tasa más alta que el 61 por ciento de desempleo. Hablamos de Zimbabue, Nauru, Liberia y Burkina Faso, que como podemos ver, son países muy desarrollados.

Haití (40%), Malí (30%), Gabón (21%), Omán (15%) o Ghana (11%), cuentan con tasas de desempleo muy, pero que muy por debajo que la que soportamos en Barbate (61%). En Marruecos la tasa de paro es del 8,9% y de sus costas salen pateras. De nuestro pueblo salen, en coche, gracias a los dioses, todos nuestros jóvenes y casi todos los adultos que, desesperados, abandonan estas calles para irse lejos en busca de un empleo que les permita pagar un piso y dar de comer a sus familias. Es muy duro, demasiado duro.
A estas criminales cifras del desempleo en Barbate, hay que añadir que un gran grupo de trabajadores, unos 300, no cobran o cobran o destiempo, con la impotencia que ello genera y con el daño que ello causa a la economía local, basada en pequeños negocios de restauración y de venta al pormenor. Pero lo dicho, los barbateños y las barbateñas son muy, pero que muy buena gente.

En cualquier otro lugar del mundo, fuera de Barbate, fuera de la provincia de Cádiz, y aún diría que fuera de Andalucía, esa tasa de paro generaría tal rebelión que tendrían su particular  Plaza de la Inmaculada decorada con los restos azotados y desmembrados de sus gobernantes. Pero para eso hay que ser mala gente, y aquí somos muy, pero que muy buenos… tanto que cada cuatro años, no sólo no desollamos a los que nos gobiernan, sino que incluso les volvemos a votar…. Y es que somos muy buena gente.

Recuerdo el libro de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, y recuerdo la frase que repite incansablemente la Reina de corazones cuando se enfadaba por cualquier nimiedad. “¡Qué le corten la cabeza!”, exclamaba. Claro que no hay que llegar a tales extremos, la violencia no conduce a ningún lugar, pero tampoco conduce a ningún lugar la sumisión, la docilidad, la  mansedumbre, la obediencia, el conformismo y la claudicación.

Somos andaluces, tierra de pocos señoritos y mucho servilismo. Somos, casi todos, hijos de siervos, súbditos y vasallos. Nos conformamos con poco, es cierto. Tenemos el miedo en los genes, ese miedo generado a base de los latigazos, castigos y humillaciones que sufrieron nuestros antepasados, algunos no tan lejanos. Pero no podemos consentir vivir sin futuro, con un 61% de paro, no podemos resignarnos a contemplar cómo nuestros hijos se marchan por la puerta de atrás, camino de la Oliva, no podemos conformarnos con calles vacías, parques destartalados como hígados con cirrosis, con depuradoras vertiendo veneno en el río, con empresas públicas saqueadas. No podemos permitir que nos iluminen con menos potencia que las luces que LEC ha instalado en nuestras farolas. Seamos buena gente, pero no olvidemos la estrecha y delgada línea que separa a los buenos de los tontos.

Con un 61 % de paro, es decir, a la cola de la provincia, de Andalucía, de España, de Europa y del mundo, los habitantes de Barbate no están para que les tomen por tontos, están para salir a la calle, de la mano de la Reina de Corazones, y gritar con ese aliento agrio y desesperado que nace en las entrañas: ¡Qué les corten la cabeza!... aunque sea metafóricamente hablando y no literalmente, eso se lo dejamos a los vecinos de Zimbabue, Nauru, Liberia y Burkina Faso, que para eso los muy capullos son los únicos en el mundo que sufren una tasa de paro más alta que la nuestra, la de Barbate.

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