El tiempo en: Barbate

Curioso Empedernido

El fondo de la cuestión

Pasamos demasiado tiempo entretenidos, embobados en la superficie de lo que nos ocurre, esperando que suceda algún milagro y siendo victimas de estafas

  • Juan Antonio Palacios. -

Pasamos demasiado tiempo entretenidos, embobados en la superficie de lo que nos ocurre, esperando que suceda algún milagro y siendo victimas de estafas, sin entrar en el fondo de la cuestión, a toda velocidad entre la indiferencia y la deshumanización, abriendo miles de causas pero resolviendo apenas unas pocas que podemos contar con los dedos.

De forma artificial nos intentan que vivamos varias vidas en una, y terminamos por profundizar en nada siendo objetivo y diana de piratas y falsificadores, envueltos a veces en la nostalgia, otras en la melancolía y la falta de expectativas que nos lleva a la decadencia.

Entre hipocresías, adulaciones y vanidades, nos llenamos de prejuicios y de falsas necesidades que nos alejan del verdadero fondo de la cuestión que es VIVIR. Vemos con desesperanza como en las relaciones sociales a todos los niveles, nos encontramos en un ambiente de irritaciones, en las que se imponen más las hostilidades que se abren camino de los acuerdos,.

Todo transcurre y no nos damos cuenta del placer de respirar a pleno pulmón, de abrazar a quienes quieres, de los aplausos que merecen las miradas y las sonrisas que nos transmiten cariño y nos dan la perspectiva de lo recorrido y lo que nos queda por descubrir.

Nos inundan de códigos, claves y acrónimos, pero no cooperamos, colaboramos ni compartimos, y nos perdemos, cada cual en sus cosas, nos olvidamos de crecer como personas, ejercitando nuestra creatividad, entrenándonos en mantener nuestros principios, valores y creencias.

Damos muchas vueltas a nuestras vivencias, desde el presente o desde el rescate de nuestros recuerdos del pasado, y lo hacemos en la intimidad de nosotros mismos o verbalizándolas y visibilizándolas con el afán de darles entidad y normalizarlas.

El fondo de la cuestión es ser protagonistas de nuestras vidas, explorar los caminos que andamos, apostar por escribir nuestras historias y que nuestra realidad no pierda ese tinte mágico, que nos sorprende en muchas ocasiones.

Reflexionando con calma y sosiego, vemos que hemos de superar muchos fatalismos, que las cosas, aunque algunos no les gusten, pueden ser de otra manera, y que lo siguiente, no es algo indeterminado sino que tiene nombres y apellidos.

Brillos y opacidades, luces y sombras, lucimientos y descréditos, hemos de perder el miedo para conseguir construir entre todos una sociedad más justa, equilibrada y sostenible en la que quepamos todos y no solo aquellos que ostentan el poder y sus acólitos.

Cuando nos enrocamos, y no analizamos las consecuencias de nuestras decisiones pueden ser las no deseadas, solo una actitud valiente y sincera nos hará rectificar, y lejos de reduccionismo nos hará más grandes y generosos.

Con nuestros ojos debemos aprender no solo a ver sino a observar, con nuestros oídos podemos oír, pero seria interesante que empleáramos más tiempo en observar, y proyectar nuestras voces en defensa de los débiles y vulnerables.

Es importante que sin en algún momento nos ataca el virus de la desesperación no nos lleve a la desesperanza de aquellos que se pasan todo el día anunciando el fin del mundo, que rechazan todo lo que no les gusta y no son capaces de abrir un tiempo para la reflexión, en el que es posible el debate sin actitudes de radicalización que fomenten el conflicto y el odio.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN